martes, 29 de diciembre de 2009

¿Juega Dios a los dados? Por Antonio Cruz Suárez

Una de las frases famosas de Einstein dice que, por lo que respecta a la creación del mundo, Dios no juega a los dados. Aunque se refería al elemento aleatorio e impredecible de las leyes de la mecánica cuántica, lo cierto es que el padre de la teoría de la relatividad manifestó siempre su convicción de que existe una mente responsable de la evidente armonía matemática que muestra el universo.

El motor de los acontecimientos del cosmos no es el azar, la casualidad o la autoorganización espontánea, como afirma el naturalismo, sino el diseño realizado por el organizador general. En su apreciación del orden cósmico y de la estética que poseen las leyes naturales, Einstein manifestó además:

Yo deseo saber cómo creó Dios el mundo, no estoy interesado en éste o aquél fenómeno ni en el espectro de un determinado elemento químico. Lo que quiero conocer es Su pensamiento; lo demás es puro detalle. Nicolau, F. 1985, Origen i estructura de l´univers, Catalunya Cristiana, Barcelona, p. 90.

El gran físico de origen judío estaba convencido de que la creación del universo era producto del pensamiento, no del accidente.

Sin embargo, poco después, algunos científicos ateos partidarios del accidente intentaron descubrir cómo el orden habría podido surgir espontáneamente del caos por procesos exclusivamente naturales. Si la segunda ley de la termodinámica impera en el mundo actual, y tal ley determina que cualquier cambio que ocurra en un sistema físico siempre tiene que producir más desorden, ¿cómo es posible que lo complejo haya aparecido a partir de lo simple, el orden a partir del caos o la información a partir de la pura nada?

Lo cierto es que la duda acerca de los orígenes continúa en el seno de la ciencia contemporánea. Como ha señalado Hawking, en su principio de ignorancia, la singularidad inicial es la “incognoscibilidad fundamental”. Nadie sabe nada sobre lo que ocurrió al principio, por eso el tema queda abierto a la especulación.

Lo único en lo que parece haber acuerdo, por parte de los teóricos del naturalismo, es que cualquier cosa que surgiera de tal acontecimiento creativo debía ser caótica y sin información. Es interesante recordar aquí la frase bíblica del Génesis:

“La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas”. Génesis 1:2, (Nueva Versión Internacional).

La mayoría de los astrónomos coinciden en creer que el universo primitivo se encontraba en un estado de máximo desorden o de equilibrio termodinámico. La cuestión es, ¿cómo pudo entonces aparecer el orden? Si no se quiere aceptar una acción sobrenatural, ¿qué misteriosos mecanismos naturales debieron actuar para hacer que de la anarquía cuántica aparecieran la coherencia y organización del mundo? ¿Es posible que exista alguna ley todavía por descubrir que desvele este enigma básico del cosmos?

LA TEORÍA DE PRIGOGINE

Han sido numerosos los intentos por resolver desde el naturalismo el problema del origen del orden. Uno de los investigadores que ha realizado mayores esfuerzos en este sentido ha sido el ruso, Ilya Prigogine. Su espíritu enciclopédico –era químico, matemático, filósofo y músico- le llevó a concentrarse en el estudio de la termodinámica del desequilibrio y a proponer como posible solución al dilema de la aparición del orden a partir del caos, el concepto de estructuras disipativas.

Ejemplos simples de tales estructuras serían la llama de una vela, que subsiste quemando materia, o el remolino de agua que se crea en un desagüe cuya espiral turbulenta persiste a pesar de que el líquido fluya. Según Prigogine, en el supuesto origen evolutivo de las complejas moléculas de los seres vivos a partir de la materia inerte, sus estructuras disipativas debieron jugar un papel decisivo. La síntesis primitiva de ácidos nucleicos, proteínas, glúcidos o lípidos tuvo que dependernecesariamente de procesos como éstos, capaces de evitar los inconvenientes de la segunda ley de la termodinámica. Sólo así podría entenderse cómo la biología hunde sus raíces en las propiedades de la materia y cómo los seres vivos han podido aparecer y evolucionar a partir de ella. El secreto estaría, para el físico ruso, en una propiedad inherente a la propia materia que la obligaría de manera inevitable a autoorganizarse y transformarse progresivamente en materia viva. El fenómeno de la vida sería así tan previsible como el estado cristalino o el estado líquido.

¿Qué hay de cierto en las famosas propuestas de Prigogine? Lo primero que cabe señalar es que la teoría de las estructuras disipativas se divulgó pronto y tuvo más éxito entre la gente común que entre sus propios colegas. A mediados de los ochenta del pasado siglo XX, Prigogine fue comparado con el mismísimo Newton y se llegó a pronosticar que la ciencia del futuro sería por completo prigoginiana.

Sin embargo, los científicos especializados en el estudio del caos que conocían bien su obra no compartían esa misma opinión. El hecho de que dos cosas se parezcan no implica necesariamente que exista una relación entre ellas. Estas observaciones ponen de manifiesto que la propuesta de Prigogine no es en absoluto demostrable ni, mucho menos, definitiva. El que una llama arda al quemar cera o que los remolinos mantengan su turbulencia con el paso del líquido, nada dice acerca del origen de la vida. Se sigue necesitando mucha fe para creer que los procesos físicos y químicos, sus famosas estructuras disipativas, permitieron cruzar el umbral entre la materia inorgánica y los organismos vivos sin la ayuda de ningún agente inteligente. Del hecho de que el comportamiento del fuego se parezca en cierta medida al de las células vivas cuando consumen alimento, no puede deducirse necesariamente que la explicación de por qué arde el fuego sirva también para responder a cómo aparecieron los animales y las plantas sobre este planeta.

A nuestro modo de ver, éste es el principal error de Prigogine y de tantos otros estudiosos de la caoplejidad, el de confundir el “orden” propio de la materia inorgánica, con la “información” que poseen los seres vivos. Las estructuras disipativas podrían explicar como mucho el orden, pero nunca el origen de la información. Y si las propiedades de la materia resultan incapaces para dar razón de la elevada información que poseen los organismos, entonces ¿qué o quién puede hacerlo? Hay que concluir que toda información ingeniosa debe provenir siempre de un agente inteligente.

UN INFORMADOR CÓSMICO

Hasta ahora, todos los intentos naturalistas por explicar el origen de la información a partir del caos, o de la materia inerte, han fracasado estrepitosamente . Después de cincuenta años de electrocutar hipotéticas sopas primitivas, al estilo de los famosos experimentos de Urey y Miller, con el fin de obtener compuestos vitales, lo cierto es que no se ha conseguido ni la más insignificante proteína necesaria para la vida. ¡Cuánto menos una célula viviente!

Será que en el estudio del caos no se descubre nada interesante porque realmente no hay nada que descubrir. Hoy por hoy, no existe ningún indicio verdadero de que la complejidad y elevada información de los organismos vivos haya podido aparecer por medios naturales a partir del desorden o de la materia inerte. Las investigaciones acerca del origen prebiótico de la vida a partir de la materia y ésta del caos, constituyen uno de los campos más estériles que existen en ciencia.

Ello conduce a pensar, una vez más, que la información del universo requiere la existencia de un informador cósmico, lo mismo que el orden apela a un ordenador supremo. La naturaleza muestra cálculo, previsión y diseño. Dios parece jugar a los dados, pero lo hace con dados trucados.





Fuente: Creacionismo.net
Autor: Antonio Cruz Suárez. (España, 1952-) científico y teólogo protestante. Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Barcelona el 17 de Marzo de 1979 y Doctor en Biología por la misma Universidad de Barcelona el 10 de julio de 1990. Ha sido Catedrático de Biología y Jefe del Seminario de Ciencias Experimentales del Instituto Investigador «Blanxart» en Barcelona; Biólogo investigador del «Centro de Recursos de Biodiversidad Animal» del Departamento de Biología Animal de la «Universidad de Barcelona.»; Miembro del Tribunal de Oposiciones al Cuerpo de Profesores y miembro distinguido de la «Asociación Española de Entomología», de la «Institució Catalana d´Història Natural» y de la «Société Française d’Historia Naturelle». Ha trabajado en diversas investigaciones zoológicas y descubierto numerosas especies de crustáceos isópodos. Sus principales obras: La ciencia, ¿encuentra a Dios?; Una desmitificación de la Sociología; Una propuesta para el tercer milenio; Parábolas de Jesús en el mundo postmoderno; La ciencia: ¿encuentra a Dios?; El cristiano en la aldea global; Bioética cristiana, Darwin no mató a Dios, y Postmodernidad.

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lunes, 23 de noviembre de 2009

Cuatro Palabras Elegantes. Por Roy Adams

Considera este caso hipotético: te vas porque te tomas dos semanas de vacaciones, y te llevas las llaves de tu casa contigo. Cuando vuelves encuentras las puertas con llave–tal cual las dejaste; pero en el interior descubres la mesa del comedor servida con abundante comida recién cocida.

Cuando te recuperas del shock, tu mente se acelera formulando teorías sobre qué habría pasado. Sin embargo sospecho que entre esas teorías nunca encontraríamos la idea de que la mesa servida y el aroma de la comida caliente simplemente aparecieron por azar o por accidente o por desarrollo “natural” a través del tiempo –aún si fuese que tu vacación haya durando 50 millones de años, en lugar de dos semanas.

Sin embargo, aquí estamos, frente a un universo vasto y extremadamente complejo, infinitamente más sorprendente que una mesa servida misteriosamente en una casa cerrada con llave. Y no es asombroso que son aquéllos que se atreven a pensar que la inteligencia tuvo que haber estado involucrada, hoy tengan que encontrarse a la defensiva?

Este año es el 200 aniversario del nacimiento de Charles Darwin y el 150 aniversario de la publicación de su libro histórico, El Origen de las Especies, y hemos sido abrumados por la cobertura en la prensa, y con más de 11.000 clérigos cristianos de los Estados Unidos uniéndose en la celebración. El último mes de diciembre, el Adventist Review, publicó un artículo principal sobre el desafío de la evolución (véase el especial de la tapa, del 11 de diciembre); y ahora, en un intento de responder en este turbulento debate, este número presenta un conjunto de tres artículos (de tapa) sobre la creación, la evolución y temas relacionados (ver páginas 18-25).

El verano del 2008 experimento un mundo de los medios llenos de noticias sobre algo llamado “el bosón de Higgs” (una expresión que muchos de nosotros oíamos por primera vez). Como lo explicó un artículo online de la revista Time, por muchos siglos los científicos han estado en la búsqueda de “una partícula particular responsable de impartirle masa a todas las cosas –un pedacito tan preciado que ha llegado a conocerse como ‘la partícula de Dios’” (ver www.time.com). Encontrarla equivaldría a descubrir un agente unificador que mantiene todo unido–en otras palabras, lo que hace que el universo funciones. Sería como descubrir lo que algunos han llamado “una teoría de todo”.

Por más de cuatro décadas –desde 1964– esa búsqueda ha sido la pasión del científico británico Peter Higgs, tanto como para que esta partícula tan escurridiza llegara a llevar su nombre –el “bosón de Higgs”. Para encontrar esta partícula, los físicos ensamblaron en el laboratorio de CERN en Ginebra, Suiza, “el más poderoso acelerador de partículas jamás construido: el Gran Colisionador de Hadrones (LHC).... un circuito subterráneo de 26 kilómetros que llevó 25 años de planeamiento y U$6 billones para construir”(Ibid.). El propósito es descubrir que ocurre cuando las partículas chocan a velocidades fantásticamente altas. El tremendo experimento habría de investigar un fenómeno elementalmente tan radical que (como algunos lectores recordarán) produjo temores sobre el fin del mundo.

Confieso que la palabra “bosón” era tan nueva para mí que al principio ni siquiera la podía escuchar. Busqué su significado y encontré, entre otras, la siguiente definición: “Cualquiera de una clase de partículas... que tiene una rotación cero o integral y obedece reglas estadísticas que hace posible que un número de partículas idénticas ocupen el mismo estado cuántico” (www.answers.com).

¿Blablabla? Para la mayoría de nosotros sí. Pero lo que noté es cómo esta definición provee reconocimiento indirecto de la complejidad matemática de la materia básica del universo–y como la trascendencia de encontrar una mesa servida con comida fresca en una casa cerrada con llave empalidece en la comparación. Te quita el aliento contemplar la creación deslumbrante de Dios.

Todo este proyecto del bosón, también nos muestra cuán difícil es funcionar sin una hipótesis de Dios o algo equivalente a esto; y cuán lejos muchos están dispuestos a ir para descubrir (y a lo mejor controlar) esta cosa tan elemental, esta “partícula Divina”. Que en gran parte explica, por qué estamos tan horriblemente temerosos de afrontar las implicancias de aquellas cuatro palabras elegantes con la cuales comienza la Biblia: “En el principio Dios....”


Fuente: Adventist Review / 26.03.2009, p. 6
Autor: Roy Adams es el redactor de asociado
 Adventist World. Ha sido editor asociado de la Adventist Review desde 1988. Anteriormente, Adams servido a la Iglesia Adventista en los EE.UU. y Filipinas. Obtuvo un ThD en la Andrews University. Es autor de varios libros incluyendo El Santuario (The Sanctuary, Review and Herald, 1994) y La naturaleza de Cristo (The Nature of Christ, Review and Herald, 1994).
Traducción: Instituto de Investigaciones en Geociencia / Universidad Adventista del Plata
Fotografía: Higgs boson simulation, Cern (Mette Høst)

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lunes, 26 de octubre de 2009

En el Principio Dios. Por Gordon Bietz

Introducción

Un científico muy conocido (algunos dicen que fue Bertrand Russell) una vez dio una conferencia de astronomía. El describió como la tierra órbita alrededor del sol, y como el son, en turno, órbita alrededor del centro de una colección enorme de estrellas que forman nuestra galaxia. Al terminar la conferencia, una mujer anciana en la parte de atrás del salón se paró y dijo:

"Lo que nos has dicho es basura. El mundo en verdad es un plato plano sostenido en la espalda de una tortuga grande".

El científico le dio una sonrisa superior antes de contestar.

"¿Sobre que esta parado la tortuga?

"Eres muy astuto, joven, muy astuto", dijo la anciana, "Pero, ¡el mundo esta lleno de tortugas!"

Hay muchas ideas de porque y como estamos aquí sobre la tierra, desde tortugas hasta la creación de Dios.

La historia de las tortugas se encuentra en el libro "A Brief History of Time", que fue escrito hace varios años por Steven Hawking, el físico teórico famoso.

El libro describió algunas de las consecuencias de la mecánica cuántica.

En su introducción del libro, Carl Sagan dijo, "Esto también es un libro de Dios...o, tal vez de la ausencia de Dios. La palabra Dios llena estas páginas. Hawking está intentando, como el mismo dice, a entender la mente de Dios".

La gente que están explorando la existencia de Dios no son solamente filósofos y teológicos, pero también son científicos. Mientras exploran el borde del universo físico, también se encuentran con la pregunta de su origen.

En su capítulo final, Steven Hawking repite las preguntas:

"Nos encontramos en un mundo confuso. Queremos entender lo que vemos a nuestro rededor, y preguntar: ¿Cual es la naturaleza del universo? ¿Cual es nuestro lugar en el universo, y de donde vino el universo y nosotros? ¿Porque es la forma que es?" (p. 171)

Las teorías científicas como la del Big Bang son intentos de contestar las preguntas del origen. ¿De donde venimos?

Todo aquel tiene tiene un sentido de identidad personal se pregunta, "¿De donde vengo?"

Y las preguntas que han resultado han cubierto un espectro desde cigüeñas hasta Dios.

Las preguntas del origen también son preguntadas por niños pequeños:

"¿De donde vine, Mami?"

Eso le da a la madre la oportunidad de hablar sobre la creación de un niño.

La pregunta "quien soy" y "de donde vine" se ha preguntado desde el principio de la historia de la humanidad.

Y hay muchas voces intentando a contestar esa pregunta hoy.

Desde Shirley MacLaine, los mormones, hasta la evolución natural, y la reencarnación.

Casi cada vez que visitas un parque nacional, museo, o alguna evidencia arqueológica, te confrontas con la pregunta a lo que lees: "un millón de años atrás," "diez millones de años atrás," "quinientos mil años atrás."

La creación. Una de las creencias fundamentales de la iglesia Adventista del Séptimo Día. ¿Como nos acercamos a este tema? ¿En varias formas?

1. Yo pudiera burlarme de las personas que piensan que vinieron de monos.

Tenemos la tendencia de burlarnos de lo que no podemos defender racionalmente. Si no puedes contestar los argumentos, entonces los debes exponer a burla.

Un juez del juzgado distrito de los Estados Unidos, William R. Overton, quien declare la ley de creacionismo de Arkansas inconstitucional, recibió muchas amenazas de muerte y cartas. Una carta fue acompañada por una foto de un mono, con el comentario, "puede colgar esta foto en su oficina para que todos vean cuan orgulloso eres de tus parientes".

Este no es un enfoque muy productivo. No toma a la gente ni a las ideas en serio. Refleja el temor de las personas con estas creencias.

2. Yo podría tratar de darle todos los argumentos científicos que puedo encontrar para creer en la creación.

Por ejemplo, la 2 ª ley de la termodinámica

- las cosas tienden hacia el desorden y no hacia la orden

- mi esposa puede ser testigo de eso

Eso podría ser un enfoque útil, pero yo no soy la persona calificada para hacerlo.

3. Yo podría revisar todos los datos bíblicos que presenta a Dios como el Creador. Ciertamente tengo más experiencia en hacer ese tipo de presentación

Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, Dios es presentado como el Creador.

Estoy seguro de que sería interesante, pero no nos ayudaría a enfrentar las preguntas de la evolución.

4. Podría enumerar los problemas que la teoría de la evolución tiene.

Por ejemplo:

Los eslabones que le faltan

La generación espontánea

El desarrollo de los animales de sangre caliente contra los de sangre fría

Es bueno ver los puntos débiles en los argumentos de la oposición, pero podría hacer que algunos se sientan inadecuadamente satisfechos.
Algunos de ustedes pueden pensar que si continuo a este ritmo, puedo llenar todo el sermón diciendo lo que yo no voy a hacer.

Porque no soy un profesor de ciencias lo que prefiero hacer es:

1. Hablar brevemente de la historia de la ciencia y la religión, ya que se relacionan el uno al otro.
2. Discutir la enseñanza de la creación como una doctrina de la fe.

La Historia

Temprano en la historia de la civilización, todo lo que no se comprendía fue atribuido a la intervención milagrosa de Dios o a una fuerza vital misteriosa atribuida a Dios.

Todo era un milagro.

El hombre, a través de la observación y el experimento, comenzó a hacer preguntas.

William Harvey descubrió que la sangre corría por el cuerpo como resultado de la contracción muscular, y fue un golpe duro, para algunos, a debilitar el poder de Dios.

La química se conocía como una de las "siete artes diabólicas" porque estaba explicando la razón - la causa de las cosas y así, Dios no era la causa.

A la gente se llamaban infieles y ateos cuando explican las cosas por las leyes naturales.

Cuándo Roger Bacon, en el siglo 13, explicó el arco iris como el resultado de la refracción de la luz, fue condenado "a causa de ciertas novedades sospechosas". Por supuesto, el arco iris era una señal de Dios y no podría, por lo tanto, ser el resultado de las leyes naturales.

Hubo oposición a la colocación de pararrayos en las iglesias porque era "un intento de controlar la artillería de los cielos".

Y cuándo Copérnico propuso la rotación de la tierra y el hecho de que el sol no era el centro del Universo, el Papa Pablo V decretó que "la doctrina del movimiento doble de la Tierra sobre su eje y alrededor del sol es falsa y contraria a la Sagradas Escrituras".
Usted podría preguntarse cual Escritura?

Salmo 93:1 dice: "Afirmó también el mundo, y no se moverá".

La religión con frecuencia ha caído en la trampa de afirmar más de lo que la Biblia exige.

Por ejemplo, La tierra como el centro del universo.

La Biblia no requiere esa creencia.

Podríamos caer en la misma trampa hoy en día.

En los años sesenta hubieron algunos que dijeron, "en la autoridad bíblica" que el hombre nunca pisaría sobre la luna.

No necesitamos decir que Adán fue creado a las 9:00 am el 23 de octubre del 4004 aC. como el Arzobispo Usher - la Biblia no exige eso, o que la tierra tiene exactamente 6,000 años de edad.

Tampoco demanda la Biblia la fijeza de las especies.

Una de las razones por la cual Darwin amplió la idea de la evolución se debió a que la iglesia en esos días usaron la Escritura para decir que las especies eran fijas. Se basaron en la afirmación de Génesis "según su especie".

Darwin salió al campo y observó que eso no era cierto.

Debemos tener cuidado de no hacer que la Biblia diga más de lo que realmente dice.

La Biblia no es una parte de la literatura científica, eso no quiere decir que lo que dice no es compatible con la verdadera ciencia, pero sí significa que no debemos exigir demasiado de un libro que fue escrito en una era diferente en un idioma diferente. El mensaje que recibimos de la Biblia no es científica, sino principalmente salvífico. Su enfoque es la historia de la salvación.

La ciencia como la religión

Hoy, para algunos la ciencia se está convirtiendo en una alternativa a la religión, un tipo de ciencia humanista como un dios. La ciencia le da al hombre el sentimiento omnipotente que podemos hacer lo que sea.

Por ejemplo,

El hombre voló a la luna ayer Podrá volar a Marte mañana

La ciencia genética da un poder endiosado para producir los alimentos genéticamente modificados y ajusta los genes humanos para prevenir la enfermedad.

Múltiples bendiciones de la Ciencia se encuentran en nuestros hogares y oficinas.

Hay una tendencia natural a darle crédito o creencia a lo que ha mejorado de manera tan dramática nuestras vidas.

Entonces, ¿cómo podemos vivir como un pueblo de fe en un mundo científico? En realidad, la pregunta de los orígenes se requiere fe, o en la ciencia o la teología.

FE

El hecho es que ninguno de nosotros estábamos aquí cuándo todo comenzó.

No importa si nuestra explicación es basura espacial una tortuga gigante, un big-bang, un Dios creador, o una teoría de las supercuerdas

De todas las ideas que podríamos tener, ninguna es soportada por la evidencia observacional, no puede ni si caso ser replicado en el laboratorio.
La única manera de saber acerca de lo que sucedió es por la fe. Fe, ya sea en

La teoría de la tortuga La teoría de la evolución natural. La teoría del Creador Dios o lo que sea.

De una manera u otra vamos por la fe.

¿Qué pasa con las matemáticas? - Ahí no hay fe!

Como John Polkinhourne dice en su libro en la discusión de algunos de los teoremas de Gödel, "Aun el ejercicio de las matemáticas implica un acto de fe". P. 25

Así que escojo aceptar por la fe la historia de la creación que leemos en la Biblia.

Salmo 33:6 "Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, su anfitrión de estrellas por el aliento de su boca". (NVI)

Eso no significa que vaya a ser ciego a lo que sucede en el mundo de la ciencia, pero sí quiere decir que no me quedaré esperando a ver qué impacto algún descubrimiento laboratorio tendrá en mi fe en Dios.

Me siento incómodo basar mi fe en Dios como creador en los argumentos científicos recientes que pueden ser desarrolladas por la Geociencia, investigaciones sobre creación o de cualquier organismo científico.

Eso no quiere decir que la investigación reflexiva por científicos cristianos en evidencia para la creación no es útil, pero no estoy listo para basar mi fe en un Dios creador dependiendo en lo que encuentran.

De hecho, me voy a quedar solo.

¿Qué puede descubrir la ciencia que va a destruir mi fe en un Dios Creador. ¡Nada!

Si se crea una persona en un tubo de ensayo y se encuentra el mecanismo para llevar la vida de la materia orgánica todavía no probaría que el hombre no fue creado por un Dios Creador amoroso.

De hecho, si una persona fue creada a partir de un tubo de ensayo demostraría un posible medio por el cual Dios creó al hombre originalmente.

No voy a poner mi fe en Dios a juicio en un laboratorio.

Puedo mirar a otra persona y ver:

una acumulación de átomos

un sistema bioquímico en la interacción con el medio ambiente

un ejemplar de homo sapien

un objeto de belleza,

un hermano

uno por quien Cristo murió

Se trata de una persona en su totalidad y miro a esa persona de diferentes maneras en diferentes momentos.

No debemos ser como Michael Faraday el gran físico experimental del siglo XIX. Fue un cristiano comprometido y se dice que cuando entró en su laboratorio se olvidó de su religión, y cuándo salió de nuevo se olvidó de su ciencia.

No debemos separar los dos mundos de la ciencia y la fe.

Vivimos en un mundo y la ciencia y la teología exploran diferentes aspectos de la vida.

Hay una realidad que está más allá de las herramientas del método científico.

Efesios 6:12 "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en lugares altos". (RV)

Más está sucediendo en el universo de lo que puede ser colocado en un tubo de ensayo o en un microscopio

Es como tratar de comprender un mundo tridimensional cuando se vive en un mundo de dos dimensiones o un mundo de cuatro dimensiones cuando se vive en un mundo tridimensional.

Hay cosas que no podemos explicar a través del método científico

El amor

La belleza

La moralidad - el sentido del bien y del mal.

La fe no es un salto en la oscuridad, pero un salto hacia la luz. Es una manera de conocer las cosas que no pueden ser conocidas a través de la experimentación de tubo de ensayo.

Conclusión

Usted ha oído la expresión: "Bueno, usted entendería si supieran de dónde vienen".

Es una manera de explicar el comportamiento de algunas personas.

Sugiere que si usted conociera su origen, entonces no sería demasiado pronto para juzgar su comportamiento.

Saber de dónde vienes, tiene mucho que ver con el tipo de persona que piensas que eres.

Nada es más importante al sentido de identidad de una persona como su sentido de origen, de su familia.

Cuándo conoces a alguien, usualmente le preguntas de donde son para tener una idea de quienes son.

De donde vine tiene mucho que ver con lo que soy.

La doctrina de la Creación es una enseñanza que me dice quien soy.

Una vez le pregunté a mi hija:

"¿Quién eres?"

"Julie", dijo.

"Pero ¿quién es esa?"

"Yo", dijo con confusión.

"¿Quién eres?"

"Julie", dijo.

Y mientras le seguía preguntando, finalmente dijo

"Yo soy tu hija!"

Eso es lo que ella es - mi hija

Es allí donde encuentra su identidad.

La doctrina de la creación nos da una identidad definitiva, pues en nuestra creencia en un Dios creador nos encontramos con nuestro patrimonio más profundo.

Creado en la imagen de Dios.

¿Quién soy yo?

Un Hijo de Dios.

Bendición

"Ahora el rey eterno, inmortal, invisible, al único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén". (1 Timoteo 1:17 NVI)


Fuente: Ministry / CreationSabbath.net
Autor: Gordon Bietz, desde 1997, es presidente de la Southern Adventist University. Anteriormente fue presidente de la Georgia-Cumberland Conference. Autor de varios libros: Witness, Power for Mind and Soul y Parables of Fenton Forest. Graduado en La Sierra University (1966) con una licenciatura en teología antes de recibir una Maestría (1968) y Doctorado (1976) en Divinidad en la Andrews University. En 1991 recibe el Merrill Fellowship de la Harvard University. Actualmente sirve en las juntas de la Southern Union Conference, Florida Hospital, Adventist Health System, Memorial Hospital in Chattanooga, and the Greater Collegedale School System.
Traducción: correcciones introducidas basadas en el original en ingles, por Menesez Filipov

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sábado, 24 de octubre de 2009

Celebremos la Creación. Por George T. Javor

La obra de Dios es asombrosa e increíble

Dios podría haber creado un universo seguro y virtual, poblado de habitantes virtuales, y podría haber pasado la eternidad observando las vidas virtuales de su creación.

Pero no fue así. Por el contrario, aun conociendo las consecuencias, creó un universo real de complejidad asombrosa. El espacio, la materia y el tiempo surgieron a la existencia junto con –lo que es aún más asombroso– las criaturas vivientes. Resulta tan inspirador y gratificante analizar los propósitos de Dios al crear el universo que será un tema de contemplación por la eternidad. Pero algo tenemos en claro: una manifestación de amor infinito fue la motivación divina para compartir la dicha y el gozo de la existencia con los seres creados (Isa. 45:18).

Una energía extraordinaria

La creación de la materia requirió la producción de una cantidad extraordinaria de energía e inventiva que está más allá de lo que podemos comprender. Todos los fenómenos de nuestro mundo –la gravedad, la radiación electromagnética, la electricidad, las fuerzas de las partículas subatómicas, las leyes físicas y químicas, la formación de las estrellas y planetas, la creación de los organismos vivos– derivan de la forma de comprimir, estabilizar y almacenar la energía en casi cien tipos diferentes de núcleos atómicos.

Se estima que en el universo observable hay entre 1050 a 1080 átomos. Si estos solo fueran átomos de hidrógeno (el elemento más liviano), la creación habría requerido un mínimo de 3,6 x 1039 a 3,6 x 1069 calorías de energía.1 (En comparación, el consumo total de electricidad de todo el mundo en 2005 fue de 1,4 x 1019 calorías).

Aunque toda la materia salió de la mano del Creador, fue un don para sus criaturas. Dios no está en la materia. Aun así, el Creador está atento a todos los aspectos de su creación, hasta el nivel más pequeño. El Señor conoce la ubicación y funcionamiento de cada uno de los 1080 átomos. Esto puede inferirse de lo que dijo Jesús respecto de que Dios conoce los organismos más pequeños del mundo físico. “¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? –dijo–. Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin el permiso de 
vuestro Padre” (Mat. 10:29, 30).

Después de crear miles de millones de galaxias, cada una con miles de millones de estrellas e incontables planetas 
deshabitados, Dios decidió traer a la existencia un nuevo orden de seres creados, según se nos dice, a su propia imagen (Gén. 1:26, 27), que según Elena White tiene que ver tanto con la semejanza exterior como con el carácter.2 En ese 
estado, los humanos podían servir como nuevos vínculos entre el Creador y las demás criaturas.

Se proveyó un espacio para una estrella (el Sol) y los 
planetas en la “Vía Láctea”, una galaxia donde ya rotaban unos trescientos mil millones de estrellas en una órbita con forma de disco plano de cien mil años luz de diámetro. En un modelo circular de la Vía Láctea de ciento treinta kilómetros, nuestro sistema solar ocuparía tan solo dos milímetros.

El barrio que nos circunda

En el centro del sistema solar el Creador colocó la sólida estrella que llamamos Sol; está compuesto por aproximadamente 2 x 1027 toneladas métricas de hidrógeno, que por un proceso de fusión termonuclear se transforman en helio. 
Esto hace que se pierdan 685 millones de toneladas de materia por segundo, lanzando energía radiante y la emisión de partículas cargadas. (En comparación, la explosión atómica de Hiroshima resultó de la destrucción de solo un gramo de plutonio). Al ritmo actual, el Sol tiene suficiente combustible para miles de millones de años.

Cerca del Sol, Dios colocó cuatro planetas “terrestres”: Mercurio, Venus, la Tierra, y Marte. La Tierra es el más grande. Todos ellos están compuestos básicamente de rocas silicatadas. Los cuatro planetas “exteriores”, mucho más grandes que los terrestres, están compuestos mayormente de gases. Júpiter y Saturno contienen principalmente hidrógeno frío y helio, mientras que Neptuno y Urano son de hielo, metano y amoníaco. Alrededor de estos planetas giran unas ciento cincuenta lunas, algunas de un tamaño cercano a los planetas terrestres.

La masa combinada de los planetas y sus lunas no alcanza al uno por ciento del Sol, que mantiene todos estos cuerpos bajo su control gravitacional.

Cuando se combina el relato bíblico de la creación de la tierra con los datos astronómicos actuales, surge un escenario posible en el cual el Creador probablemente haya traído a 
la existencia todo el sistema solar durante la semana de la creación. Si así sucedió, podríamos conjeturar que lo que siguió en la semana de la creación no fue sino el primer paso que procuró que todo el sistema solar fuera habitable para 
los humanos.

El texto que dice: “Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos” (Gén. 2:1), se refiere probablemente al planeta Tierra y sus alrededores inmediatos.

Es probable que la atmósfera del planeta recién creado fuera diferente del que conocemos hoy (véase Gén. 2:5, 6). Probablemente era sustancialmente más rica en dióxido de carbono, para que la abundante vegetación que cubría el planeta antes del diluvio pudiera ser sostenida adecuadamente por medio de la fotosíntesis.

La superficie de la tierra creada tenía colinas y montañas, entrelazadas con ríos y lagos. No había rocas, pantanos o desiertos. El paisaje sobrepujaba en hermosura los más 
suntuosos jardines de los palacios.3

¡Impresionante!

Lo que siguió a la formación de la Tierra desafía el 
entendimiento. Por medio de elementos como el hidrógeno, el oxígeno, el nitrógeno, el carbono, el fósforo y el sulfuro, el Creador llamó a la existencia, estructuras de una complejidad casi inimaginable. Podían absorber la energía solar o de otro tipo, podían crecer, dividirse, trasladarse y percibir el medio ambiente. Son lo que llamamos organismos vivos.

Para crear la unidad viviente más pequeña, la célula, se requiere la construcción de miles de tipos diferentes de aglomeraciones gigantes e intrincadas de átomos, para formar las macromoléculas de proteína, el ácido nucleico, los polisacáridos y los lípidos. Algunas de estas construcciones fueron usadas como elementos estructurales; otras llegaron a ser máquinas especializadas que facilitan transformaciones químicas específicas.

El fenómeno de la vida es el resultado neto de cientos o miles de transformaciones químicas dentro de las células. Un cambio químico es la reubicación de grupos específicos de átomos en nuevos grupos. En las células vivas, continuamente se producen reacciones en cadena de transformaciones químicas. Esto es lo que las diferencia de los organismos inertes. Aunque los científicos pueden producir algunas macromoléculas necesarias para la vida, no pueden comenzar o recomenzar los cientos de reacciones en cadena, separadas y continuas, que se producen en cada célula. Este fenómeno biológico es una prueba incontestable de que la vida ha sido creada y de que jamás pudo haber comenzado en forma espontánea.4 Las reacciones bioquímicas en cadena, que comenzaron en cada una de las células de cada uno de los organismos en la creación, han continuado durante cientos de generaciones hasta hoy. Los biólogos han identificado esta ley al decir que “la vida proviene de la vida”.

El Señor creó dos clases de organismos vivos. Algunas criaturas con un sistema nervioso, que les da motilidad y 
memoria, y les permite percibir el medio ambiente por medio de la vista, el sonido, el olfato, el gusto y el tacto. Además 
de los humanos, el Creador trajo a la existencia incontables 
criaturas (grandes animales, aves, peces, insectos, etc.).

La segunda categoría de criaturas creadas carecen de sistema nervioso y no son conscientes de su propia existencia. Tales organismos sirven como receptores de la energía solar, el alimento, los materiales de construcción y la “decoración” y como componentes integrales de la biósfera. Esto incluye a las plantas, las flores, los árboles y los microorganismos.

Interdependencia

Todos los organismos vivos de la tierra pertenecen a una biósfera integrada. Las relaciones entre ellos pueden ser descritas como de apoyo mutuo. Ninguna de las criaturas de la tierra fue diseñada para existir en forma independiente. Para que crezcan las plantas, necesitan captar el nitrógeno del aire ayudadas por microorganismos que viven en sus raíces y que lo fijan.

La abundante energía solar que baña la tierra es captada por las plantas y las algas. Las plantas la utilizan para fabricar carbohidratos a partir del dióxido de carbono del aire y del agua. El siguiente diagrama ilustra esta interdependencia entre los organismos.

El Jardín del Edén tenía que ser un modelo eterno para el ser humano. En lugar de ciudades, gran parte de la porción habitable de la tierra tenía que estar cubierta de jardines, donde la naturaleza hablara continuamente a los humanos de la sabiduría y el amor divino.5

En el centro del Edén había un árbol muy especial, cuyo fruto era necesario para la existencia continua del hombre. Ningún organismo fue creado inmortal (aunque los microorganismos están cerca de ello).

Los humanos participarían ocasionalmente del fruto del árbol de la vida para conservarla. 
No se explica en la Biblia de qué manera los animales, peces, aves e insectos evitarían la muerte.

Diversos experimentos con tejidos indican que las células animales y humanas sanas son capaces de dividirse solo un número determinado de veces. En el caso de las células 
humanas, el máximo número de divisiones (mitosis) se traduce a aproximadamente ciento veinte años de vida. La razón de ello es el acortamiento de los extremos de los cromosomas 
(la llamada región telomérica) después de cada mitosis.

Resulta interesante saber que tenemos una enzima llamada telomerasa que puede restaurar los telómeros a su tamaño original. Desafortunadamente, esta enzima se 
vuelve inactiva poco después del nacimiento. Solo las células de cáncer, con capacidad de dividirse ilimitadamente, 
contienen enzimas activas de telomerasa que no causa cáncer, pero permite que el aparato genético de las células afectadas se multiplique.

Los microorganismos contienen cromosomas circulares, y su división celular no resulta en ningún acortamiento del material genético. En teoría pueden dividirse una cantidad infinita de veces. Pero cuando una célula se divide en dos, su existencia llega a su fin, ya que muta en sus células hijas.

Un efecto del fruto del árbol de la vida puede haber significado la conservación de la actividad de la telomerasa por tiempo indefinido. La larga vida de los antediluvianos puede haberse debido, en gran medida, a la actividad residual de la telomerasa heredada de Adán y Eva.

Una lógica molecular similar opera en los incontables miles de clases de organismos, que presentan, sin embargo, suficientes diferencias como para preservar sus identidades individuales. Esto fluye de la naturaleza estrechamente integrada de la biosfera, según se muestra en la ilustración.

Si fuera posible catalogar el número de invenciones patentables necesarias para la creación de la biosfera, excedería en muchos órdenes de magnitud las cifras combinadas de las invenciones certificadas por todas las agencias de patentes 
del mundo.

La inventiva, el ingenio y la fina elegancia que fueron conformando el mundo viviente, están más allá de la capacidad de descripción humana. Los que lo contemplan no pueden sino taparse la boca con la mano (véase Job 40:4), porque cualquier cosa que digamos sería indigna y significaría trivializar este gran tema. En esto, el silencio es elocuencia.6

¿Es posible dudar de la bondad, el amor y la sabiduría del responsable de esta creación vasta, magnificente y “buena en gran manera”? ¡Jamás!

Nos unimos al salmista cuando expresa: “¡Cuán grandes son tus obras, Jehová! ¡Muy profundos son tus pensamientos!” 
(Sal. 92:5). “Has aumentado, Jehová, Dios mío, tus maravillas y tus pensamientos para con nosotros. No es posible contarlos 
ante ti. Aunque yo los anunciara y hablara de ellos, no 
podrían ser enumerados” (Sal. 40:5).


Fuente: Adventist World
Autor: George T. Javor, PhD en Bioquímica de al Columbia University y postdoctorado en la Rockefeller University. Enseñó en el Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina de Loma Linda hasta su jubilación en 2006. Vive en New Leipzig, Dakota del Norte, Estados Unidos.
Referencias: 1 3,6 x 1039 es la abreviación científica del 36 seguido de 38 ceros: 3.600.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000. De la misma manera, 3,6 x 1069 es el 36 seguido de 68 ceros. 2 Elena White, Patriarcas y profetas, p. 25. 3 Ibíd., p. 24. 4 G. Javor, Evidences for Creation (Hagerstown, Md.: Review and Herald, 2005). 5 Elena White, La educación, p. 21. 6 Elena White, Fundamentals of Christian Education, pp. 179, 180.
Fotografía: "El Ojo de Dios" / Helix Nebula. HubbleSite.org / NASA

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Celebremos la Creación / El Sábado de la Creación, 24 de octubre del 2009

"¿Donde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?" (Job 38:4a, NASB)


¿Por qué el Sábado de la Creación?

¿Cuando fue la última vez que tu iglesia reconoció el poder de Dios como el Creador, y encontró seguridad de Sus actos de la creación durante el servicio de adoración?

Encontramos muy claramente documentado en la Biblia que Dios Se proclama nuestro Creador, Señor, y Salvador.

Así que, ¿por qué no dedicar un servicio de alabanza para enfocar en Dios como nuestro Creador y en como esa verdad nos influye en nuestra vida diaria?

A Nikolaus Satelmajer se le ocurrió una idea después de enterarse que centenares de iglesias y sinagogas celebraron la "Semana de la evolución" en los últimos tres años.
Satelmajer, editor de la revista de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Ministry, pensó, "¿Por qué no tenemos un día para celebrar la creación?"

La semana pasada, los líderes a nivel mundial de la organización firmaron por la idea, acordando aprobar el "Sábado de la Creación", un día para enfatizar a Dios como el Creador
(ANN / 14 de abril, 2009).

El Sábado, 24 de octubre del 2009, la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha sido designado como el Sábado de la Creación, porque es:

- una forma de reconocer a Dios como nuestro Creador, y las implicaciones que esta enseñanza bíblica tiene para nosotros
- y para crear un sentido de unidad mundial al promover esta creencia en una luz positiva

Porque millones reconocen y creen que Darwin es el padre de la teoría de la evolución en este año que celebra su nacimiento hace doscientos años, vamos a poner a Dios como el centro del universo en nuestras iglesias y comunidades.

En orden a ello, como creacionistas responsables, tenemos el privilegio de presentar especialmente al Creador Dios del universo:

- En nuestros tiempos de adoración
- Cuando nos comunicamos dentro de nuestras comunidades

Pues claro que cada sábado es el tiempo ideal para adorar a nuestro Dios Creador, pero vamos a adorar a Dios especialmente durante el servicio de adoración el 24 de octubre del 2009.

Estás invitado a acompañarnos en las iglesias Adventistas del Séptimo Día alrededor del mundo el sábado 24 de octubre del 2009, como el Sábado de la Creación y proclamar al mundo a Dios como nuestro Gran Creador, nuestro Señor y Salvador. Reconocemos que esta fecha no funcionará para todas las iglesias, pero igualmente infórmense y participen de esta actividad del adventismo mundial.

Ojo Adventista celebrando la Creación.

Juntos, podemos crear un sentido de unidad al promover esta verdad maravillosa y incomprensible, y así hacer el 24 de octubre del 2009 un día cuando públicamente podemos celebrar a Dios como nuestro Creador y darle gracias por darnos vida y la eternidad para continuar a alabar a Dios. Por lo tanto a partir de hoy incluiremos 6 sermones sobre Creacionismo (en el menor tiempo posible), como forma de adherirnos a excelente propuesta de la Iglesia Adventista del Séptimo Día para todo el mundo.

"El que da testimonio de estas cosas dice: 'Ciertamente vengo en breve.' Amén; sí, ven, Señor Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén."

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lunes, 19 de octubre de 2009

En defensa del creacionismo, la verdad amenazada. Por Milton Peverini

Una de las verdades más fundamentales que proclama la Sagrada Escritura, establece que Dios creó el mundo y todas sus criaturas en seis días. Esta enseñanza fue colocada en el corazón mismo de la eterna ley de Dios. El cuarto mandamiento indica que "en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay". Y agrega que reposó en el séptimo día y lo estableció como en monumento que recordaría su acto creador ante los seres humanos de todas las épocas.

Según la profecía, en los últimos días de la historia se haría necesario reclamar con fuerza esta verdad. Algo iba a suceder que haría que muchos se olvidaran de honrar a Dios como Creador de todo lo que existe. Se le mostró en visión al profeta Juan que Dios enviaría sus mensajeros representados por tres ángeles poderosos, los cuales serían portadores del último mensaje de amonestación que recibiría el mundo antes que venga Cristo por segunda vez. El primero de esos ángeles simbólicos diría en alta voz lo siguiente: "Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cuelo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas" (Apocalipsis 14: 7).

En nuestros días ha llegado el momento de proclamar este mensaje con toda claridad. Los seres humanos parecen haberse olvidado de Dios. No se acepta en forma unánime el concepto de que el universo y los seres vivientes son obra de la mano del Dios omnipotente, y lo más doloroso es que aun en círculos cristianos hay muchas voces que se levantan para criticar el relato del Génesis, y tildarlo de un mito, sin base real.

¿Por qué se ha debilitado la fe de muchos en la validez de la revelación bíblica en lo que se refiere a la creación? Señalemos dos razones principales. La primera es que los hombres tienen la tendencia a enamorarse de todo lo humano. Adoran su propio intelecto, y se inclinan reverentes ante el altar de la ciencia y la tecnología. Se han atrevido a colocar los conceptos humanos por sobre la Palabra de Dios, y han llegado a considerarse tan sabios como para decidir por cuenta propia qué partes de la Sagrada Escritura son dignas de su atención y confianza, y cuáles hay que descartar. Estos individuos olvidan que en la estructura del saber humano hay, además de hechos sólidos, teorías, inferencias y conclusiones que en muchas oportunidades no se ajustan a la realidad. A menudo, el proceso de investigación científica está contaminado con las ambiciones y los motivos personales de los que participan en él.

No es prudente endiosar la sabiduría humana, ni inclinarse ante la ciencia secular, que arbitrariamente han excluido a Dios de sus pensamientos. Dice el apóstol San Pablo: "Pues, está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?" (1 Corintios 1: 19, 20).

Como cristianos no debemos conceder importancia exagerada a la ciencia humana y pensar que se la puede usar para medir la Palabra de Dios y determinar cuáles de sus enseñanzas podemos aceptar y cuáles rechazar.

La segunda razón por la cual muchos cristianos han dejado de aceptar la validez del relato de la creación que presenta el Génesis, es la manera asombrosa como se han extendido las enseñanzas de la teoría de la evolución. Esta doctrina rechaza a Dios como Creador, y mantiene que la formación del universo, del sistema solar y de nuestro mundo, se debe a la acción ciega de las fuerzas naturales sobre la materia inerte, a través de muchos millones de años. Sostiene además esta teoría, que todos los seres vivientes que se encuentran sobre este planeta, desde las bacterias y los virus hasta los peces, plantas, aves y mamíferos, descienden de una simple célula original que se formó accidentalmente en una época remota.

En nuestros días es casi imposible sustraerse al poderoso impacto que produce esta doctrina sobre casi todas las actividades humanas. En programas de televisión y radio, en museos y conferencias eruditas, en libros y revistas, en producciones de cine y textos de estudio, se citan a cada paso las enseñanzas de la evolución, sin intentar siquiera evaluarlas con juicio crítico. Lo mismo hacen la mayoría de los educadores en todos los niveles. Pocos se atreven hoy a disputar las aseveraciones evolucionistas según las cuales los seres humanos descienden del mono y de otras formas de vida cada vez más primitivas. Desde sus años más tiernos, los niños escolares escuchan a sus maestros hablar de las especulaciones evolucionistas como si fueran hechos comprobados.

¿Es tan seria y digna de confianza la teoría de la evolución? ¿Merece el lugar que ocupa hoy en el edificio científico que han construido los seres humanos para explicar el mundo y nuestro propio origen? ¿Es tan sólida, que le permitimos echar por tierra nuestra fe en Dios y en su divino acto creador por el cual en seis días de 24 horas pobló nuestro mundo de todo ser viviente, incluso el hombre? La respuesta es un "no" sin atenuantes. La teoría de la evolución no es digna de nuestra confianza. Ninguna de sus características básicas resiste en la práctica es escrutinio de la verificación experimental.

Solía decirse hace años que el evolucionismo tenía que aceptar su doctrina por fe, ya que no hay manera de comprobar por medio de experimentos si son verdad o no sus enseñanzas. Lord Kelvin, el ilustre físico inglés, decía: "Me maravilla la prisa con que muchos profesores universitarios y predicadores tratan de recalcar en sus aulas y púlpitos las doctrinas de la evolución cuando ésta no es más que una hipótesis que no ha sido comprobada" (El Centinela, septiembre de 1977).

Si para ser evolucionistas hace 80 ó 100 años era necesaria una gran dosis de credulidad, los que deseen aceptar esta doctrina en nuestros días necesitan esa dosis en cantidades mayores ya que hay numerosos descubrimientos de la ciencia que han demostrado cuán inverosímil es la idea de que la vida sea el producto de procesos naturales ciegos y sin propósito. Por ejemplo, es evidente que los biólogos de fines del siglo pasado y principios del actual, no sabían lo que decían cuando enseñaban que las células de cualquier organismo son estructuras "simples". En esos días no existía el microscopio electrónico. Si los famosos proponentes de la evolución de entonces hubieran sabido lo que saben actualmente nunca se les habría ocurrido pensar que algo tan fantásticamente complejo como una célula viva, se pudiera haber formado por causas fortuitas o accidentalmente.

En esos tiempos se pensaba que la célula era un globito minúsculo de protoplasma, con una membrana que lo encerraba y con una media docena de otras sustancias y estructuras básicas como el núcleo y los cromosomas.

Hoy, en cambio, se sabe que la célula es una fábrica inmensamente compleja y completa. Tal como fábricas e industrias humanas, tiene diversos componentes y departamentos que trabajan en forma coordinada para el bien común. A diferencia de nuestras industrias, sin embargo, la célula fabrica una infinidad de productos químicos con una eficiencia tal que ninguna empresa humana puede ni remotamente imitar. De hecho, para la fabricación de proteínas, la célula puede proveer más de 1.300 clases de aminoácidos, según las instrucciones que su sección de manufactura recibe de la "gerencia". Luego la sección despachos se encarga de empacar el producto y ponerlo en manos del sistema de transportación, el cual lo lleva al exterior para que se incorpore a la corriente sanguínea. Todo este proceso requiere energía, la cual proveen los "dínamos" de la fábrica, o mitocondrios, que en gran número (a veces hasta por miles) pueblan el interior de la célula.

Todo esto no es sino una descripción muy primitiva e incompleta de una pequeña parte del intrincadísimo funcionamiento de una célula viviente. Y recordemos que, con la poderosa ayuda del microscopio electrónico, los científicos confiesan que cada día descubren mayores misterios en la pasmosa operación y organización de estas maravillosas miniaturas que Dios creó para formar con ellas todos los seres vivientes.

Suponer que una célula, con sus millares de intrincados componentes, pudiera haberse formado por casualidad, es algo tan absurdo como creer que un libro es el producto de una explosión en una fábrica de tinta.

No perdamos de vista las realidades eternas. El mundo y sus criaturas son el producto maravillosamente ordenado de una Mente capaz de planear, de estructurar y de ejecutar lo planeado. Hay un orden asombroso, una simetría admirable en todo lo creado. El átomo con sus múltiples componentes y las moléculas, que en infinita profusión hacen posible la existencia de la materia y los procesos de la vida, testifican poderosamente acerca del Supremo Creador. Estas realidades descartan las fábulas pueriles de los que creían posible que el caso y la no existencia produjeran orden, materia y vida por pura casualidad. Multitud de descubrimientos en todas las ramas de la ciencia y la exploración espacial han convertido al evolucionismo en una teoría añeja, anticuada y pueril, un verdadero fósil moderno. El intelecto contemporáneo exige una explicación racional de la vida y el cosmos. Por eso aumenta cada día el número de hombres de ciencia, investigadores y educadores en todos los campos del saber, que reconocen públicamente a Dios como Creador de todo.


Autor: Dr. Milton Peverini, por 28 años director y orador del programa "La Voz de la Esperanza", hoy cumple sus funciones como orador emérito de este ministerio. Nacido en Uruguay y educado en Argentina, desde su juventud se dedicó por entero a la causa de Jesucristo. Sus estudios de teología, su formación como abogado y su experiencia como educador y consejero juvenil, le dieron una base firme para asumir, en 1974, su responsabilidad como director y orador del programa.

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martes, 29 de septiembre de 2009

Humanos: imágenes de Dios o monos desarrollados. Por Dr. Jonathan Sarfati

Los humanos son muy diferentes de los animales, especialmente cuando se trata del lenguaje y el razonamiento. En la página 83 de Teaching about Evolution and the Nature of Science (Enseñando sobre la evolución y la naturaleza de la ciencia) se destacan unas cuantas diferencias entre los humanos y los monos. Pero Teaching about Evolution adoctrina a los lectores con la idea de que los humanos han descendido de una simple célula por medio de ancestros similares a los monos. Los argumentos utilizados en el ensayo giran en torno a supuestos hombres-mono y al ADN.

Hombres-mono fosilizados

El fósil de hombre-mono más conocido es el extinto australopithecus (‘mono del sur’). En la página 20 de Teaching about Evolution se ilustra una serie de calaveras: Australopithecus afarensis (‘Lucy’), A. africanus, Homo ancestral, Homo erectus, y Homo sapiens (hombre actual). Pero muchos evolucionistas no están de acuerdo con este panorama.

Por ejemplo, Donald Johanson, el descubridor de “Lucy”, pone a A. africanus en una rama lateral que no conduce al hombre. El anatomista Charles Oxnard hizo un análisis detallado de diferentes huesos del A. africanus y concluyó que este no caminaba derecho como el hombre, que presentaba más diferencias con los humanos y los chimpancés que entre éstos dos últimos. Más recientemente Oxnard hizo los siguientes comentarios sobre los australopitecinos, incluyendo “Lucy”:

Actualmente es ampliamente reconocido que los australopitecinos no son estructuralmente cercanos a los humanos, que han tenido que vivir, en parte, en ambientes arbóreos, y que muchos de los especímenes fueron contemporáneos o casi contemporáneos con los miembros más antiguos de los Homo.

Oxnard, un evolucionista, es uno de entre varios expertos que no creen que ninguno de los australopitecinos perteneció a la línea humana.

Los humanos siempre han sido humanos

En su libro Bones of Contention (Huesos de discordia) Marvin Lubenow dice también que los varios supuestos hombres-mono no forman una secuencia fluida en sus “edades” de evolución, sino que se superponen considerablemente. Marvin también apunta que los varios restos encontrados son, o una variedad de verdaderos humanos (Neandertales, Homo erectus), o no-humanos, como los australopitecinos; lo que probablemente incluye también los Homo habilis. Hay varias evidencias que apoyan esto: ·

- El análisis mitocondrial de un esqueleto neandertal demostró que la secuencia se diferenciaba de los hombres modernos entre 22 y 36 sitios, mientras que la diferencia entre hombres modernos es de 1 a 24. Aunque existen algunos argumentos estadísticos inválidos de que esto hace al neandertal una especie separada, las diferencias se encuentran dentro de los parámetros de los humanos modernos. Por otra parte, el ADN se descompone rápidamente por el agua y el oxigeno, por lo que en condiciones favorables este puede durar como mucho decenas de miles de años. Esto levanta serias dudas sobre los 100,000 años de “edad” que algunos científicos han asignado a este esqueleto.

- El análisis de rayos x de canales semicirculares de algunos esqueletos de hombres-mono demostró que los canales del Homo erectus eran como los de los humanos modernos, de lo que se deduce que caminaban derechos. Pero los de los A. africanus y A. robustus eran como los de los grandes monos. Esto demuestra que no caminaban derechos como los humanos, sino que probablemente vivían en los arboles. El Homo habilis demostró ser todavía menos bípedo que los australopitecinos.

¿Similitudes entre los monos y los humanos?

Teaching about evolution enfatiza las similitudes físicas, y especialmente genéticas, entre los humanos y otros organismos vivos; esto se supone que es una evidencia para la evolución. Pero, otra vez, esto no es una evidencia directa, sino una interpretación de los datos.

La mano de un Diseñador es otra interpretación razonable de los mismos datos. Un arquitecto utiliza normalmente el mismo tipo de material de construcción para diferentes edificios, y un constructor de coches normalmente utiliza las mismas partes para diferentes coches. Por lo que no deberíamos sorprendernos si un Diseñador utilizara para la vida la misma bioquímica y estructuras en muchas criaturas diferentes. Por otro lado si todos los organismos vivos fueran totalmente diferentes, podría parecer que existen muchos diseñadores diferentes en vez de uno.

Lo bueno de que haya una bioquímica común es que podemos nutrirnos de otras cosas vivas. Nuestro sistema digestivo puede dividir la comida por componentes, que son después usados como combustible o para construir nuestros propios componentes.

Como el ADN contiene la codificación para estructuras y moléculas bioquímicas, sería lógico pensar que criaturas semejantes tengan el ADN similar. Los monos y los humanos son mamíferos, con formas parecidas, por lo que tienen el ADN similar. Es lógico que los humanos tengan más similitudes genéticas con otros mamíferos que con los reptiles. Los humanos son muy diferentes a la levadura pero tienen algunas características bioquímicas en común, por lo que los humanos y la levadura serán solo un poco similares.

Entonces el patrón general de similitudes no tiene por qué ser explicado a partir de la evolución desde un ancestro común. Además, hay algunas misteriosas anomalías: los evolucionistas creen que algunas similitudes entre organismos no están estrechamente relacionadas. Por ejemplo, la hemoglobina, esa molécula compleja que lleva oxígeno en la sangre y le aporta su color rojo, se encuentra en los vertebrados. Pero también se encuentra en algunos gusanos de tierra, pez estrella, crustáceos, moluscos, e incluso en algunas bacterias. La hemoglobina de los cocodrilos tiene más en común con la de las gallinas (17,5 por ciento) que con la de las víboras (5,6 por ciento), su compañero reptil. Una proteína receptora de antígenos tiene la misma estructura inusual en camellos y tiburones nodriza; pero esto no puede ser explicado por un ancestro común de tiburones y camellos.

Muchas veces se exageran las similitudes entre el ADN de los humanos y los monos. El siguiente porcentaje no es resultado de una comparación directa de las secuencias: un examen original dio como resultado un 97 por ciento de similitud entre el ADN del humano y el del mono, utilizando una técnica bastante rudimentaria llamada Hibridación de ADN. En esta técnica unas tiras únicas de ADN humano se combinaron con ADN de chimpancé y otros simios. Pero hay otros aspectos a parte de la similitud que afectan al grado de hibridación.

De hecho, aunque le demos ese grado de hibridación, hay puntos débiles. Cuando se aplican estadísticas adecuadas a los datos, estos enseñan que los humanos y los monos solo coinciden en un 96 por ciento. Sin embargo, por lo visto con mucha frecuencia este grado de similitud aumenta a medida que corre la voz.

Un aspecto que muchas veces se pasa por alto son las grandes diferencias que hay entre los diferentes tipos de criaturas. Cada criatura posee una ingente cantidad de información, por lo que una pequeña diferencia en el porcentaje común requerirá gran cantidad de información para cambiar de una clase a otra. Como los humanos tenemos una información equivalente a 1.000 libros de 500 páginas, una diferencia del 4 por ciento equivaldría a 40 libros (suponiendo, nuevamente, que los datos de hibridación realmente correspondan con la similitud de la secuencia genética).

Por lo tanto, la mutación aleatoria junto a la selección natural deberían generar una información equivalente a 12 millones de palabras ordenadas en una secuencia correcta. Esto es imposible, aunque demos los 10 millones de años de margen que postulan los evolucionistas. Cálculos de población genética nos enseñan que animales con un tiempo generacional similar al de los humanos (20 años) podrían substituir no más de 1.700 mutaciones en ese tiempo.

¿Similitudes embriológicas?
Teaching about Evolution dice en la página 1:

“Mientras los organismos cambian de óvulos fertilizados a embriones, van pasando a través de muchas etapas de desarrollo similares.”

Teaching about Evolution no contiene ilustraciones de embriones, pero muchos libros sobre la evolución nos muestran dibujos de embriones de diferentes animales con formas muy similares. Estos se basan en el diagrama de 1874 hecho por Ernst Haeckel, el representante de Darwin en Alemania, cuyas ideas influyeron en el auge del nazismo. Pero en 1997 un estudio detallado hecho por Mike Richardson y su equipo demostró que los embriones de diferentes tipos tienen formas muy distintas.

Así, la única manera para que Haeckel los hubiera dibujado tan similares es haciendo trampas. El estudio realizado por Richardson fue publicado ampliamente en muchas revistas de ciencia y medios seculares, por lo que ningún libro publicado a partir de 1998 puede poner como excusa el estar desinformado sobre el hecho que las similitudes embriológicas se basan en un fraude.

Más tarde Richardson y su equipo confirmaron en una carta a Science que todavía creen en la evolución, y que los errores existentes no cambian sus ideas. Pero esto contradice la afirmación del típico libro darwinista de que existen similitudes embriológicas, como vemos en los dibujos de Haeckel. Si la teoría evolutiva predice las similitudes de los embriones, pero también las diferencias, entonces no predice nada. Según la carta de Richardson los evolucionistas afirman que él realmente cree que Haeckel ‘básicamente tenía razón’. Pero Richardson confirmó en una carta posterior a Science:

Lo fundamental del argumento científico sigue sin cambiar: Los dibujos de Haeckel de 1874 son sustancialmente fabricados. Para apoyar esta opinión resalto que la ilustración del “pez” más antiguo está hecha de pedazos y trozos de diferentes animales—algunos de ellos mitológicos. No es irrazonable caracterizar esto como ‘falsificación’... Tristemente, estos dibujos falsos de 1874 aún se utilizan en numerosos libros británicos y estadounidenses de hoy en día.

La Eva mitocondrial
Teaching about Evolution dice en la página 19:

“A partir de nuevas evidencias —basadas en la organización del ADN de una parte de las células humanas llamadas mitocondrias— se piensa que una pequeña población de humanos actuales evolucionó en África hace unos 150.000 años y se esparció por el mundo, reemplazando a las poblaciones arcaicas de Homo Sapiens.”

Esta afirmación se establece comparando el ADN desde las mitocondrias, las cuales se heredan únicamente de la madre. Las similitudes indican que todos los seres humanos de la tierra descienden únicamente de una mujer, que curiosamente han llamado ‘Eva mitocondrial’.

Mientras esto es consistente con el relato bíblico, deberíamos resaltar que no es una prueba. Los evolucionistas sostienen que la ‘Eva mitocondrial’ fue solo una de tantas. La línea mitocondrial de las otras habría desaparecido al haber solo machos en alguna de las generaciones.

Los evolucionistas creían que tenían claras evidencias contra el relato bíblico, ya que la ‘Eva mitocondrial’ en teoría vivió hace 200.000 años. Pero nuevas evidencias demuestran que el ADN mitocondrial muta mucho más rápido de lo que se creía. Si esta nueva evidencia se aplica a la ‘Eva mitocondrial’, ésta nos daría una antigüedad de sólo 6.000-6.500 años. Esto es perfectamente consistente con la edad bíblica de ‘la madre de todos los vivientes’ (Gen. 3:20), pero un enigma para los que creen en la evolución.

Interesantemente acontece algo parecido con los hombres: investigaciones del cromosoma Y demuestran que todas las personas son descendientes de un solo hombre. Los datos también confirman una fecha reciente para este ‘cromosoma de Adán’.

Conclusión

El objetivo de Teaching about Evolution es adoctrinar a los estudiantes en la creencia de que sólo son animales evolucionados y, al fin y al cabo, nada más que materia reordenada fortuitamente. Un redactor de Scientific American escribió este inspirador comentario:

“Sí, todos somos animales, descendientes de una larga línea de duplicadores surgidos de una sucia laguna primordial.”

Esto conduce a este clarificador dialogo entre dos evolucionistas. Lanier es informático; Dawkins es profesor en Oxford y un ferviente Darwinista y ateo: Jaron Lanier:

“Hay una gran cantidad de personas que simplemente se sienten incómodos al aceptar la evolución porque esto lleva a lo que ellos creen un vacío moral, en el cual sus mejores estímulos no tienen base alguna en la naturaleza”.

Richard Dawkins: “Es duro. Es todo lo que puedo decir al respecto. Pero hay que aceptar la verdad”.


Fuente: Creacionismo.net
Autor: Jonathan Sarfati, Sc. (Hons) en Química y el doctorado (Química Física) de la Universidad Victoria de Wellington, Nueva Zelanda. Es co-autor de trabajos en las principales revistas científicas entre ellos uno sobre los superconductores de alta temperatura publicado en Nature, cuando tenía 22 años de edad. Co-fundador de la Wellington Christian Apologetics Society (New Zealand) Su primer libro "Refuting Evolution" (Refutando la evolución) para hacer frente a una guía de los profesores de la Academia Nacional de Ciencias (EE.UU.), la enseñanza acerca de la evolución y la naturaleza de la ciencia. Trabaja a tiempo completo para la creación de Creation Ministries International, Brisbane, Australia, donde es co-editor de la revista de "Creation" y también escribe artículos y reseñas en "Journal of Creation" (antes TJ), así como activo ministerio de predicación.

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viernes, 11 de septiembre de 2009

Pero... "¡el Génesis no es un libro de ciencia!" Por Jonathan Sarfati


¿Cuántas veces ha escuchado esto?

Mi respuesta breve favorita es: “Gracias a Dios que no lo es. Los libros de ciencia siempre tienen errores y se vuelven obsoletos en pocos años. La Biblia no tiene errores y es siempre actual”

Historia versus ciencia

En realidad, el Génesis trata más de historia que de ciencia (no obstante toca aspectos relevantes para la antropología, la biología la geología, etc). La ciencia (operativa) normal, que coloca hombres en la Luna y cura enfermedades, está basada en observaciones repetibles en el presente . El Génesis pretende ser el relato de un testigo ocular acerca del pasado , el cual no se puede repetir. En particular, el Génesis es un relato sobre la historia mundial, desde la creación hasta el comienzo del pueblo Mesiánico, Israel.

Alguien podría decir, “Pero… el Génesis tampoco es un libro de historia – fue escrito para gente sencilla que no habrían entendido las largas eras geológicas o la evolución”. Pero, como hemos demostrado en ‘El Génesis de acuerdo a la evolución’ ( Creation , Vol. 26, No 4, págs. 50-51) hay numerosas formas de comunicar esa supuesta ‘verdad’ en lenguaje sencillo, si esa hubiera sido la intención de Dios .

El Génesis y la ciencia

Los historiadores de la ciencia están de acuerdo en que la ciencia moderna floreció en realidad en la Europa Cristianizada, cuando en otras culturas todavía no se desarrollaba. ¿Sorprendido? ¡No debiera estarlo! La ciencia requiere que nuestros pensamientos sean racionales, que el universo esté ordenado, que el hombre pueda investigar el mundo, y que los resultados sean reportados honestamente. La Biblia explica que: estamos hechos a la imagen de un Dios racional (Génesis 1:26-27), que Dios es un Dios de orden y no de confusión (I Corintios 14:33). Dios le dio al hombre el dominio sobre la creación (Génesis 1:28) y Él ordenó honestidad (Éxodo 20:16). Pero si la evolución fuera cierta, no habría base lógica para todo esto.

Es por eso que casi cada número de la revista Creación, tiene artículos dando a conocer a científicos creyentes en la Biblia. Esta vez presentamos un sobresaliente científico en satélites (misma revista, págs. 18-23) y a uno de los pioneros de las imágenes por R. M., Resonancia Magnética, (págs. 40-42).Este último muestra también la discriminación que hoy en día existe contra los científicos creacionistas, a menudo acusados de no ser “verdaderos científicos”.

Afortunadamente estos discriminadores no existían en la época de Newton, Faraday o Pasteur, ¡para nombrar sólo unos pocos de los grandes creacionistas fundadores de la ciencia moderna!

¿Sólo acerca de fe y moral?

“Pero… la Biblia es un libro acerca de la fe y la moral –eso es lo importante”.

Sin embargo, la doctrina y la moral de la Biblia no pueden ser separadas de sus aspectos científico/históricos. Sin la Resurrección de Jesús, no habría Cristianismo –y es un hecho histórico que Jesús abandonó la tumba al tercer día, y se apareció luego a 500 personas en una ocasión (I Corintios 15:-6). Pero esto también entra en colisión con la ciencia -la ciencia naturalista afirma que es imposible que los muertos resuciten.

Además, el significado de la ‘muerte y resurrección de Jesús’, depende por completo de la realidad histórica del capítulo 3 del Génesis. Esto es, un verdadero primer hombre, Adán, realmente pecó e introdujo la muerte física. Por lo tanto, el Último Adán, Jesús, verdaderamente murió por nuestros pecados y realmente por Él, vino la resurrección física de la muerte. (1 Corintios 15:1-4, 21-22, 45)

¿Qué diremos del matrimonio? Ésta sí que es una enseñanza moral, si es que alguna vez hubo una. Y sin embargo, cuando Jesús respondió sobre el tema, Él citó Génesis 1:27 y 2:24 como historia real, no como alegoría (Mateo 19:3-9: Marcos10:6-9). Además, Jesús dijo que la primera pareja humana estaba allí ‘desde el principio de la creación’, y no miles de millones de años después. Este es un problema mayúsculo para los cristianos que han reinterpretado la Biblia para que encaje con la “Gran Explosión” (Ver “‘La Gran Explosión’ no puede explicarlo” en la página 7 de la revista 26, para conocer los problemas científicos que harían que estos cristianos ¡tengan que reinterpretar sus reinterpretaciones!)

Incluso los Diez Mandamientos, que son obviamente acerca de moral, no tienen sentido sin la historia. El cuarto mandamiento, acerca del día de descanso, está completamente basado en la historia de la Semana de la Creación, ‘Seis días trabajarás y harás tu tarea porque en seis días el Señor hizo los cielos y la tierra, el mar y todo lo que está en ellos y descansó el séptimo día’ (Éxodo 20:9-11).

Jesús le preguntó a Nicodemo: ‘Si hablando de cosas terrenas, de cosas terrenas no creéis, ¿cómo creeríais si os hablase de cosas celestiales? (Juan 3:12). De manera que si no podemos confiar en la Biblia acerca de cosas terrenales (tales como el tiempo de la creación), ¿por qué deberíamos confiar en ella acerca de cosas celestiales (fe y moral)?

¿De qué se trata en última instancia?: de la autoridad

¿Alguna vez les han preguntado por qué le dan tanta importancia al significado del Génesis, y no dedican el mismo tiempo a discutir acerca del bautismo, del día de descanso semanal, de la predestinación versus el libre albedrío, de los últimos tiempos, sobre si los dones carismáticos son apropiados hoy, o de las formas de gobierno de la iglesia?

Esta es la diferencia: todos estos debates presuponen que la Biblia es la autoridad y discuten sobre lo que significa. El debate acerca de la creación estriba en si la autoridad sobre lo que sucedió en el pasado de la Tierra pertenece a la Biblia, ó a la ciencia ‘moderna’.

Pero la Biblia es el testimonio ocular del Hacedor que estaba allí, que lo conoce todo y que nunca se equivoca. Jesús aceptó que la Escritura no puede fallar (Juan 10:35). Pero los científicos no estaban allí (Job 38:4), no saben nada y cometen errores.

Esto demuestra la insensatez de exigirles a los creacionistas que ‘dejen la Biblia afuera’. De la misma manera que ‘el que calla otorga’, aceptar el ‘dejar la Biblia afuera’ es ‘responder a un tonto acorde a su tontería’. Aceptándolo, efectivamente abandona las pretensiones de que la Biblia es la verdad, concediendo la derrota. Confirma al no creyente en su inicua opinión de que el hombre es el árbitro final de la verdad y coloca a Dios en tela de juicio. ¿Qué cristiano querría a sabiendas aceptar algo así?


Fuente: InvestigacionesCreacionistas.com
Autor: Jonathan Sarfati, .Sc. (Hons) en Química y el doctorado (Química Física) de la Universidad Victoria de Wellington, Nueva Zelanda. Es co-autor de trabajos en las principales revistas científicas entre ellos uno sobre los superconductores de alta temperatura publicado en Nature, cuando tenía 22 años de edad. Co-fundador de la Wellington Christian Apologetics Society (New Zealand) Su primer libro "Refuting Evolution" (Refutand la evolución) para hacer frente a una guía de los profesores de la Academia Nacional de Ciencias (EE.UU.), la enseñanza acerca de la evolución y la naturaleza de la ciencia. Trabaja a tiempo completo para la creación de Creation Ministries International, Brisbane, Australia, donde es co-editor de la revista de "Creation" y también escribe artículos y reseñas en "Journal of Creation" (antes TJ), así como activo ministerio de predicación.
Traducción: Raúl Leguizamon

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