viernes, 30 de abril de 2010

Exploradores dicen hallar el Arca de Noé

Un grupo de investigadores evangelistas aseguró haber hallado la bíblica Arca de Noé a 4.000 metros de altitud al este de Turquía, según informó la prensa local.El grupo de expertos, de nacionalidad china y turca, localizó bajo la nieve una estructura de madera antigua en el monte Ararat que, afirman, fue construida 2.800 años antes de Cristo, la época en que se presume que el arca habría navegado.

"No es cien por cien seguro que sea el Arca, pero sí pensamos que lo es al 99,9%", explicó uno de los miembros del grupo, Yang Ving Cing, a la agencia turca Anadolu.

"La estructura del barco tiene muchos compartimentos y eso señala que pueden ser los espacios en los que se ubicaron los animales", agregó.

Dios habría desatado el diluvio universal, según la Biblia, para limpiar la tierra de su corrupción y le pidió a Noé que construyera un arca en la que viajaría una pareja de cada una de las especies vivas.

El Viejo Testamento narra que cuando las aguas de la inundación provocada por el diluvio se retiraron, el arca se posó sobre lo alto de una montaña que los investigadores creen que fue el monte Ararat.


Ni madera, ni humanos

El equipo pertenece a una organización internacional de carácter religioso dedicada a la búsqueda de la mítica embarcación y se hace llamar Ministerios Internacionales del Arca de Noé (Noah’s Ark Ministries International).

Ving informó que ha contactado ya al gobierno turco para pedirle que proteja la zona para poder iniciar las excavaciones y añadió que se solicitará a la Unesco que incluya esta región en su listado de patrimonios de la humanidad.

El grupo argumenta que el descubrimiento de madera en el Ararat apoya su teoría de que se trata del Arca porque los árboles no crecen a esa altura de la montaña y porque nunca se han encontrado restos de presencia humana en esa región a más de 3.500 metros de altura.

Los exploradores han buscado los restos del Arca en el monte Ararat desde hace casi 200 años. El primero que intentó hallar los restos fue el naturista alemán Friedrich Parrot en 1829. Sin embargo, no es la primera vez que grupos de buscadores del Arca aseguran haber localizado la embarcación.

Por ejemplo en Hong Kong se exhibe un pedazo de madera petrificada obtenida durante una expedición hongkonesa al Monte Ararat.*


Científicos cuestionan hallazgo del Arca de Noe
La comunidad científica dentro y fuera de Turquía recibió con dudas, críticas y escepticismo la noticia

Desde hace siglos, investigadores en todo el mundo han buscado las pistas del Arca de Noé, pero los indicios sobre su existencia histórica no han sido consistentes, pues en la mítica embarcación no sólo no habrían cabido todas las especies referidas en el relato bíblico, tampoco muchas interrogantes científicas.

Prueba de ello es el reciente hallazgo en Turquía de restos de madera que supuestamente formaron parte del objeto diluviano. Eso afirman exploradores chinos y turcos, quienes dijeron haber encontrado en el Monte Ararat (Este de Turquía), a 4 mil metros de altitud, la prueba de lo anterior: una estructura de madera que, según sus cálculos, tiene 4 mil 800 años de antigüedad.

Uno de los exploradores (que pertenecen al Noah’s Ark Ministries, los Ministerios del Arca de Noé, grupo autodenominado de “científicos evangélicos” que rastrea dicha zona desde hace años) es el documentalista chino Yang Ving Cing, quien declaró tener la certeza a “99.9%” de que se trata de la venerada embarcación. “La estructura del barco tiene muchos compartimentos y eso indica que pueden ser los espacios en los que se ubicaron los animales”, argumentó.

Sin embargo, la comunidad científica dentro y fuera de Turquía recibió con dudas, críticas y escepticismo la noticia sobre el hallazgo, que hasta donde se supo no fue publicado en una revista especializada debidamente arbitrada. “Nunca ha habido un tiempo en que el mundo haya estado cubierto de agua hasta una altitud de 4 mil metros”, cuestionó el profesor de arqueología Orhan Bingol.

Los argumentos

Evidencia científica indica que hace ocho mil años colapsó la capa de hielo en Norteamérica y aumentó el nivel de los océanos a 1.4 metros e inundó el Mar Negro y eso, se cree, es lo que describen mitos que luego integraron el relato bíblico.

Otro profesor turco, Necmi Karul, de la Universidad de Estambul, fue más allá al considerar que “la historia del Arca de Noé sólo se apoya en intereses turísticos”. Él dudó que los restos de madera pudieran conservarse tanto tiempo, lo cual podría ocurrir sólo si éstos no hubieran estado expuestos al oxígeno.

“La idea coloquial del Arca de Noé es muy interesante, pero se requerirían al menos cuatro o cinco más para contener toda la biodiversidad de cada continente, la flora y fauna de Australia (el canguro por ejemplo) es totalmente diferente de la asiática”, opina el científico mexicano Luis Espinosa, del Instituto de Geología de la UNAM.

“Lo que se debe demostrar, además de la coincidencia en el lugar del hallazgo, es la coincidencia con el tiempo que corresponde al relato bíblico”, dice.**



* Fuente: BBC mundo
**Fuente: ElUniversal.com.mx
Fotografía principal: Estante de madera adosado a una pared también de madera / original
Fotografía secundaria: Octubre 2009, Lee Panda señala una estructura de madera a una altura de más de 4.000 m en el monte Ararat / original

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domingo, 18 de abril de 2010

¿Dónde están las formas intermedias de la evolución? Por Antonio Cruz Suárez

Desde los días de Darwin una gran laguna venía anegando su teoría de la evolución de las especies. Si los seres vivos procedían unos de otros mediante transformaciones graduales, ¿dónde estaban las formas intermedias?

¿En qué lugar permanecían enterrados sus esqueletos fosilizados?

Esos miles de eslabones perdidos que debían ser mitad pez y mitad salamandra, los reptiles con plumas o los verdaderos hombres-mono, se mostraban tímidos después de tanta expedición paleontológica.

Si la evolución se ha producido, ¿cómo es posible que los animales y plantas del presente puedan ser clasificados en grupos bien definidos y la naturaleza no sea un caos de formas en confusión?

Darwin achacó este problema a la imperfección del registro fósil, sin embargo sus sucesores cien años después reconocieron que la inmensa mayoría de las especies fósiles aparecen en los estratos rocosos completamente formados, estables y no como eslabones intermedios.

Ante la realidad de estos hechos, a principios de los setenta se hizo pública otra idea que pretendía dar una explicación satisfactoria. Se trataba de la teoría del equilibrio puntuado de Niles Eldredge y Stephen Jay Gould.

Estos autores evolucionistas reconocían que las especies eran por lo general estables, excepto en determinados momentos puntuales en los que podían experimentar grandes cambios. La evolución se comparaba con la vida de un soldado, largos períodos de aburrimiento interrumpidos por breves instantes de terror. Los cambios habrían sido bruscos y breves disminuyendo así las posibilidades de fosilización. De manera que los fósiles intermedios existieron realmente pero no tuvieron suficiente tiempo para fosilizar y por eso no aparecen en el registro fósil. Las nuevas especies no surgieron por transformación lenta y gradual de una especie en otra distinta, como decía el darwinismo, sino por especiación rápida (alopátrica) a partir de poblaciones pequeñas que pudieron quedar aisladas del resto.

Al principio, la teoría del equilibrio puntuado aceptaba la acción de la selección natural que proponía el darwinismo, aunque actuando más rápidamente en esos períodos críticos. Sin embargo, poco a poco Gould fue cambiando de idea hasta descartar la selección natural y llegar a la conclusión de que se necesitaba otro mecanismo mucho más rápido que pudiera explicar la especiación. Lo que se requería era un cambio tan brusco que fuera capaz de convertir una especie en otra completamente distinta. Y se le ocurrió lo siguiente: una pequeña mutación genética en el embrión podría afectar por completo al adulto. Dicho en otras palabras, un día cierta hembra de lagarto debió poner un huevo y cuando éste eclosionó apareció un ratón. Esto actualizaba la antigua teoría genética del monstruo viable propuesta por el denostado genetista alemán, Richard Goldschmidt.

Ni que decir tiene que nadie ha demostrado jamás un solo caso de aparición de una nueva especie ocurrido de esta manera (o de ninguna otra).

El origen de las especies continúa siendo un misterio para el evolucionismo ya que no existen ejemplos concretos de especiación.

La teoría del equilibrio puntuado choca con los mismos inconvenientes que la simbiosis de Margulis.

Lo que ambas proponen son acontecimientos circunstanciales absolutamente imposibles de verificar. En realidad, se trata de intentos naturalistas que pretenden fundamentar la creencia en el “hecho” universal de la evolución.

Pero la misma crítica que tradicionalmente se hace a los partidarios de la creación especial, se puede aplicar también a los evolucionistas. Los acontecimientos únicos e irrepetibles no pueden ser analizados por la ciencia.

Por tanto la cuestión sigue abierta. Aunque, en realidad, los últimos descubrimientos de las distintas disciplinas de las ciencias naturales apuntan no precisamente al azar inicial y la evolución ciega, como hasta ahora se pensaba, sino al orden inteligente, al diseño y la creación.




Fuente: Creacionismo.net
Autor: Antonio Cruz Suárez. (España, 1952-) científico y teólogo protestante. Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Barcelona el 17 de Marzo de 1979 y Doctor en Biología por la misma Universidad de Barcelona el 10 de julio de 1990. Ha sido Catedrático de Biología y Jefe del Seminario de Ciencias Experimentales del Instituto Investigador «Blanxart» en Barcelona; Biólogo investigador del «Centro de Recursos de Biodiversidad Animal» del Departamento de Biología Animal de la «Universidad de Barcelona.»; Miembro del Tribunal de Oposiciones al Cuerpo de Profesores y miembro distinguido de la «Asociación Española de Entomología», de la «Institució Catalana d´Història Natural» y de la «Société Française d’Historia Naturelle». Ha trabajado en diversas investigaciones zoológicas y descubierto numerosas especies de crustáceos isópodos. Sus principales obras: La ciencia, ¿encuentra a Dios?; Una desmitificación de la Sociología; Una propuesta para el tercer milenio; Parábolas de Jesús en el mundo postmoderno; La ciencia: ¿encuentra a Dios?; El cristiano en la aldea global; Bioética cristiana, Darwin no mató a Dios, y Postmodernidad.

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