lunes, 26 de octubre de 2009

En el Principio Dios. Por Gordon Bietz

Introducción

Un científico muy conocido (algunos dicen que fue Bertrand Russell) una vez dio una conferencia de astronomía. El describió como la tierra órbita alrededor del sol, y como el son, en turno, órbita alrededor del centro de una colección enorme de estrellas que forman nuestra galaxia. Al terminar la conferencia, una mujer anciana en la parte de atrás del salón se paró y dijo:

"Lo que nos has dicho es basura. El mundo en verdad es un plato plano sostenido en la espalda de una tortuga grande".

El científico le dio una sonrisa superior antes de contestar.

"¿Sobre que esta parado la tortuga?

"Eres muy astuto, joven, muy astuto", dijo la anciana, "Pero, ¡el mundo esta lleno de tortugas!"

Hay muchas ideas de porque y como estamos aquí sobre la tierra, desde tortugas hasta la creación de Dios.

La historia de las tortugas se encuentra en el libro "A Brief History of Time", que fue escrito hace varios años por Steven Hawking, el físico teórico famoso.

El libro describió algunas de las consecuencias de la mecánica cuántica.

En su introducción del libro, Carl Sagan dijo, "Esto también es un libro de Dios...o, tal vez de la ausencia de Dios. La palabra Dios llena estas páginas. Hawking está intentando, como el mismo dice, a entender la mente de Dios".

La gente que están explorando la existencia de Dios no son solamente filósofos y teológicos, pero también son científicos. Mientras exploran el borde del universo físico, también se encuentran con la pregunta de su origen.

En su capítulo final, Steven Hawking repite las preguntas:

"Nos encontramos en un mundo confuso. Queremos entender lo que vemos a nuestro rededor, y preguntar: ¿Cual es la naturaleza del universo? ¿Cual es nuestro lugar en el universo, y de donde vino el universo y nosotros? ¿Porque es la forma que es?" (p. 171)

Las teorías científicas como la del Big Bang son intentos de contestar las preguntas del origen. ¿De donde venimos?

Todo aquel tiene tiene un sentido de identidad personal se pregunta, "¿De donde vengo?"

Y las preguntas que han resultado han cubierto un espectro desde cigüeñas hasta Dios.

Las preguntas del origen también son preguntadas por niños pequeños:

"¿De donde vine, Mami?"

Eso le da a la madre la oportunidad de hablar sobre la creación de un niño.

La pregunta "quien soy" y "de donde vine" se ha preguntado desde el principio de la historia de la humanidad.

Y hay muchas voces intentando a contestar esa pregunta hoy.

Desde Shirley MacLaine, los mormones, hasta la evolución natural, y la reencarnación.

Casi cada vez que visitas un parque nacional, museo, o alguna evidencia arqueológica, te confrontas con la pregunta a lo que lees: "un millón de años atrás," "diez millones de años atrás," "quinientos mil años atrás."

La creación. Una de las creencias fundamentales de la iglesia Adventista del Séptimo Día. ¿Como nos acercamos a este tema? ¿En varias formas?

1. Yo pudiera burlarme de las personas que piensan que vinieron de monos.

Tenemos la tendencia de burlarnos de lo que no podemos defender racionalmente. Si no puedes contestar los argumentos, entonces los debes exponer a burla.

Un juez del juzgado distrito de los Estados Unidos, William R. Overton, quien declare la ley de creacionismo de Arkansas inconstitucional, recibió muchas amenazas de muerte y cartas. Una carta fue acompañada por una foto de un mono, con el comentario, "puede colgar esta foto en su oficina para que todos vean cuan orgulloso eres de tus parientes".

Este no es un enfoque muy productivo. No toma a la gente ni a las ideas en serio. Refleja el temor de las personas con estas creencias.

2. Yo podría tratar de darle todos los argumentos científicos que puedo encontrar para creer en la creación.

Por ejemplo, la 2 ª ley de la termodinámica

- las cosas tienden hacia el desorden y no hacia la orden

- mi esposa puede ser testigo de eso

Eso podría ser un enfoque útil, pero yo no soy la persona calificada para hacerlo.

3. Yo podría revisar todos los datos bíblicos que presenta a Dios como el Creador. Ciertamente tengo más experiencia en hacer ese tipo de presentación

Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, Dios es presentado como el Creador.

Estoy seguro de que sería interesante, pero no nos ayudaría a enfrentar las preguntas de la evolución.

4. Podría enumerar los problemas que la teoría de la evolución tiene.

Por ejemplo:

Los eslabones que le faltan

La generación espontánea

El desarrollo de los animales de sangre caliente contra los de sangre fría

Es bueno ver los puntos débiles en los argumentos de la oposición, pero podría hacer que algunos se sientan inadecuadamente satisfechos.
Algunos de ustedes pueden pensar que si continuo a este ritmo, puedo llenar todo el sermón diciendo lo que yo no voy a hacer.

Porque no soy un profesor de ciencias lo que prefiero hacer es:

1. Hablar brevemente de la historia de la ciencia y la religión, ya que se relacionan el uno al otro.
2. Discutir la enseñanza de la creación como una doctrina de la fe.

La Historia

Temprano en la historia de la civilización, todo lo que no se comprendía fue atribuido a la intervención milagrosa de Dios o a una fuerza vital misteriosa atribuida a Dios.

Todo era un milagro.

El hombre, a través de la observación y el experimento, comenzó a hacer preguntas.

William Harvey descubrió que la sangre corría por el cuerpo como resultado de la contracción muscular, y fue un golpe duro, para algunos, a debilitar el poder de Dios.

La química se conocía como una de las "siete artes diabólicas" porque estaba explicando la razón - la causa de las cosas y así, Dios no era la causa.

A la gente se llamaban infieles y ateos cuando explican las cosas por las leyes naturales.

Cuándo Roger Bacon, en el siglo 13, explicó el arco iris como el resultado de la refracción de la luz, fue condenado "a causa de ciertas novedades sospechosas". Por supuesto, el arco iris era una señal de Dios y no podría, por lo tanto, ser el resultado de las leyes naturales.

Hubo oposición a la colocación de pararrayos en las iglesias porque era "un intento de controlar la artillería de los cielos".

Y cuándo Copérnico propuso la rotación de la tierra y el hecho de que el sol no era el centro del Universo, el Papa Pablo V decretó que "la doctrina del movimiento doble de la Tierra sobre su eje y alrededor del sol es falsa y contraria a la Sagradas Escrituras".
Usted podría preguntarse cual Escritura?

Salmo 93:1 dice: "Afirmó también el mundo, y no se moverá".

La religión con frecuencia ha caído en la trampa de afirmar más de lo que la Biblia exige.

Por ejemplo, La tierra como el centro del universo.

La Biblia no requiere esa creencia.

Podríamos caer en la misma trampa hoy en día.

En los años sesenta hubieron algunos que dijeron, "en la autoridad bíblica" que el hombre nunca pisaría sobre la luna.

No necesitamos decir que Adán fue creado a las 9:00 am el 23 de octubre del 4004 aC. como el Arzobispo Usher - la Biblia no exige eso, o que la tierra tiene exactamente 6,000 años de edad.

Tampoco demanda la Biblia la fijeza de las especies.

Una de las razones por la cual Darwin amplió la idea de la evolución se debió a que la iglesia en esos días usaron la Escritura para decir que las especies eran fijas. Se basaron en la afirmación de Génesis "según su especie".

Darwin salió al campo y observó que eso no era cierto.

Debemos tener cuidado de no hacer que la Biblia diga más de lo que realmente dice.

La Biblia no es una parte de la literatura científica, eso no quiere decir que lo que dice no es compatible con la verdadera ciencia, pero sí significa que no debemos exigir demasiado de un libro que fue escrito en una era diferente en un idioma diferente. El mensaje que recibimos de la Biblia no es científica, sino principalmente salvífico. Su enfoque es la historia de la salvación.

La ciencia como la religión

Hoy, para algunos la ciencia se está convirtiendo en una alternativa a la religión, un tipo de ciencia humanista como un dios. La ciencia le da al hombre el sentimiento omnipotente que podemos hacer lo que sea.

Por ejemplo,

El hombre voló a la luna ayer Podrá volar a Marte mañana

La ciencia genética da un poder endiosado para producir los alimentos genéticamente modificados y ajusta los genes humanos para prevenir la enfermedad.

Múltiples bendiciones de la Ciencia se encuentran en nuestros hogares y oficinas.

Hay una tendencia natural a darle crédito o creencia a lo que ha mejorado de manera tan dramática nuestras vidas.

Entonces, ¿cómo podemos vivir como un pueblo de fe en un mundo científico? En realidad, la pregunta de los orígenes se requiere fe, o en la ciencia o la teología.

FE

El hecho es que ninguno de nosotros estábamos aquí cuándo todo comenzó.

No importa si nuestra explicación es basura espacial una tortuga gigante, un big-bang, un Dios creador, o una teoría de las supercuerdas

De todas las ideas que podríamos tener, ninguna es soportada por la evidencia observacional, no puede ni si caso ser replicado en el laboratorio.
La única manera de saber acerca de lo que sucedió es por la fe. Fe, ya sea en

La teoría de la tortuga La teoría de la evolución natural. La teoría del Creador Dios o lo que sea.

De una manera u otra vamos por la fe.

¿Qué pasa con las matemáticas? - Ahí no hay fe!

Como John Polkinhourne dice en su libro en la discusión de algunos de los teoremas de Gödel, "Aun el ejercicio de las matemáticas implica un acto de fe". P. 25

Así que escojo aceptar por la fe la historia de la creación que leemos en la Biblia.

Salmo 33:6 "Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, su anfitrión de estrellas por el aliento de su boca". (NVI)

Eso no significa que vaya a ser ciego a lo que sucede en el mundo de la ciencia, pero sí quiere decir que no me quedaré esperando a ver qué impacto algún descubrimiento laboratorio tendrá en mi fe en Dios.

Me siento incómodo basar mi fe en Dios como creador en los argumentos científicos recientes que pueden ser desarrolladas por la Geociencia, investigaciones sobre creación o de cualquier organismo científico.

Eso no quiere decir que la investigación reflexiva por científicos cristianos en evidencia para la creación no es útil, pero no estoy listo para basar mi fe en un Dios creador dependiendo en lo que encuentran.

De hecho, me voy a quedar solo.

¿Qué puede descubrir la ciencia que va a destruir mi fe en un Dios Creador. ¡Nada!

Si se crea una persona en un tubo de ensayo y se encuentra el mecanismo para llevar la vida de la materia orgánica todavía no probaría que el hombre no fue creado por un Dios Creador amoroso.

De hecho, si una persona fue creada a partir de un tubo de ensayo demostraría un posible medio por el cual Dios creó al hombre originalmente.

No voy a poner mi fe en Dios a juicio en un laboratorio.

Puedo mirar a otra persona y ver:

una acumulación de átomos

un sistema bioquímico en la interacción con el medio ambiente

un ejemplar de homo sapien

un objeto de belleza,

un hermano

uno por quien Cristo murió

Se trata de una persona en su totalidad y miro a esa persona de diferentes maneras en diferentes momentos.

No debemos ser como Michael Faraday el gran físico experimental del siglo XIX. Fue un cristiano comprometido y se dice que cuando entró en su laboratorio se olvidó de su religión, y cuándo salió de nuevo se olvidó de su ciencia.

No debemos separar los dos mundos de la ciencia y la fe.

Vivimos en un mundo y la ciencia y la teología exploran diferentes aspectos de la vida.

Hay una realidad que está más allá de las herramientas del método científico.

Efesios 6:12 "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en lugares altos". (RV)

Más está sucediendo en el universo de lo que puede ser colocado en un tubo de ensayo o en un microscopio

Es como tratar de comprender un mundo tridimensional cuando se vive en un mundo de dos dimensiones o un mundo de cuatro dimensiones cuando se vive en un mundo tridimensional.

Hay cosas que no podemos explicar a través del método científico

El amor

La belleza

La moralidad - el sentido del bien y del mal.

La fe no es un salto en la oscuridad, pero un salto hacia la luz. Es una manera de conocer las cosas que no pueden ser conocidas a través de la experimentación de tubo de ensayo.

Conclusión

Usted ha oído la expresión: "Bueno, usted entendería si supieran de dónde vienen".

Es una manera de explicar el comportamiento de algunas personas.

Sugiere que si usted conociera su origen, entonces no sería demasiado pronto para juzgar su comportamiento.

Saber de dónde vienes, tiene mucho que ver con el tipo de persona que piensas que eres.

Nada es más importante al sentido de identidad de una persona como su sentido de origen, de su familia.

Cuándo conoces a alguien, usualmente le preguntas de donde son para tener una idea de quienes son.

De donde vine tiene mucho que ver con lo que soy.

La doctrina de la Creación es una enseñanza que me dice quien soy.

Una vez le pregunté a mi hija:

"¿Quién eres?"

"Julie", dijo.

"Pero ¿quién es esa?"

"Yo", dijo con confusión.

"¿Quién eres?"

"Julie", dijo.

Y mientras le seguía preguntando, finalmente dijo

"Yo soy tu hija!"

Eso es lo que ella es - mi hija

Es allí donde encuentra su identidad.

La doctrina de la creación nos da una identidad definitiva, pues en nuestra creencia en un Dios creador nos encontramos con nuestro patrimonio más profundo.

Creado en la imagen de Dios.

¿Quién soy yo?

Un Hijo de Dios.

Bendición

"Ahora el rey eterno, inmortal, invisible, al único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén". (1 Timoteo 1:17 NVI)


Fuente: Ministry / CreationSabbath.net
Autor: Gordon Bietz, desde 1997, es presidente de la Southern Adventist University. Anteriormente fue presidente de la Georgia-Cumberland Conference. Autor de varios libros: Witness, Power for Mind and Soul y Parables of Fenton Forest. Graduado en La Sierra University (1966) con una licenciatura en teología antes de recibir una Maestría (1968) y Doctorado (1976) en Divinidad en la Andrews University. En 1991 recibe el Merrill Fellowship de la Harvard University. Actualmente sirve en las juntas de la Southern Union Conference, Florida Hospital, Adventist Health System, Memorial Hospital in Chattanooga, and the Greater Collegedale School System.
Traducción: correcciones introducidas basadas en el original en ingles, por Menesez Filipov

+ Leer más...

sábado, 24 de octubre de 2009

Celebremos la Creación. Por George T. Javor

La obra de Dios es asombrosa e increíble

Dios podría haber creado un universo seguro y virtual, poblado de habitantes virtuales, y podría haber pasado la eternidad observando las vidas virtuales de su creación.

Pero no fue así. Por el contrario, aun conociendo las consecuencias, creó un universo real de complejidad asombrosa. El espacio, la materia y el tiempo surgieron a la existencia junto con –lo que es aún más asombroso– las criaturas vivientes. Resulta tan inspirador y gratificante analizar los propósitos de Dios al crear el universo que será un tema de contemplación por la eternidad. Pero algo tenemos en claro: una manifestación de amor infinito fue la motivación divina para compartir la dicha y el gozo de la existencia con los seres creados (Isa. 45:18).

Una energía extraordinaria

La creación de la materia requirió la producción de una cantidad extraordinaria de energía e inventiva que está más allá de lo que podemos comprender. Todos los fenómenos de nuestro mundo –la gravedad, la radiación electromagnética, la electricidad, las fuerzas de las partículas subatómicas, las leyes físicas y químicas, la formación de las estrellas y planetas, la creación de los organismos vivos– derivan de la forma de comprimir, estabilizar y almacenar la energía en casi cien tipos diferentes de núcleos atómicos.

Se estima que en el universo observable hay entre 1050 a 1080 átomos. Si estos solo fueran átomos de hidrógeno (el elemento más liviano), la creación habría requerido un mínimo de 3,6 x 1039 a 3,6 x 1069 calorías de energía.1 (En comparación, el consumo total de electricidad de todo el mundo en 2005 fue de 1,4 x 1019 calorías).

Aunque toda la materia salió de la mano del Creador, fue un don para sus criaturas. Dios no está en la materia. Aun así, el Creador está atento a todos los aspectos de su creación, hasta el nivel más pequeño. El Señor conoce la ubicación y funcionamiento de cada uno de los 1080 átomos. Esto puede inferirse de lo que dijo Jesús respecto de que Dios conoce los organismos más pequeños del mundo físico. “¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? –dijo–. Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin el permiso de 
vuestro Padre” (Mat. 10:29, 30).

Después de crear miles de millones de galaxias, cada una con miles de millones de estrellas e incontables planetas 
deshabitados, Dios decidió traer a la existencia un nuevo orden de seres creados, según se nos dice, a su propia imagen (Gén. 1:26, 27), que según Elena White tiene que ver tanto con la semejanza exterior como con el carácter.2 En ese 
estado, los humanos podían servir como nuevos vínculos entre el Creador y las demás criaturas.

Se proveyó un espacio para una estrella (el Sol) y los 
planetas en la “Vía Láctea”, una galaxia donde ya rotaban unos trescientos mil millones de estrellas en una órbita con forma de disco plano de cien mil años luz de diámetro. En un modelo circular de la Vía Láctea de ciento treinta kilómetros, nuestro sistema solar ocuparía tan solo dos milímetros.

El barrio que nos circunda

En el centro del sistema solar el Creador colocó la sólida estrella que llamamos Sol; está compuesto por aproximadamente 2 x 1027 toneladas métricas de hidrógeno, que por un proceso de fusión termonuclear se transforman en helio. 
Esto hace que se pierdan 685 millones de toneladas de materia por segundo, lanzando energía radiante y la emisión de partículas cargadas. (En comparación, la explosión atómica de Hiroshima resultó de la destrucción de solo un gramo de plutonio). Al ritmo actual, el Sol tiene suficiente combustible para miles de millones de años.

Cerca del Sol, Dios colocó cuatro planetas “terrestres”: Mercurio, Venus, la Tierra, y Marte. La Tierra es el más grande. Todos ellos están compuestos básicamente de rocas silicatadas. Los cuatro planetas “exteriores”, mucho más grandes que los terrestres, están compuestos mayormente de gases. Júpiter y Saturno contienen principalmente hidrógeno frío y helio, mientras que Neptuno y Urano son de hielo, metano y amoníaco. Alrededor de estos planetas giran unas ciento cincuenta lunas, algunas de un tamaño cercano a los planetas terrestres.

La masa combinada de los planetas y sus lunas no alcanza al uno por ciento del Sol, que mantiene todos estos cuerpos bajo su control gravitacional.

Cuando se combina el relato bíblico de la creación de la tierra con los datos astronómicos actuales, surge un escenario posible en el cual el Creador probablemente haya traído a 
la existencia todo el sistema solar durante la semana de la creación. Si así sucedió, podríamos conjeturar que lo que siguió en la semana de la creación no fue sino el primer paso que procuró que todo el sistema solar fuera habitable para 
los humanos.

El texto que dice: “Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos” (Gén. 2:1), se refiere probablemente al planeta Tierra y sus alrededores inmediatos.

Es probable que la atmósfera del planeta recién creado fuera diferente del que conocemos hoy (véase Gén. 2:5, 6). Probablemente era sustancialmente más rica en dióxido de carbono, para que la abundante vegetación que cubría el planeta antes del diluvio pudiera ser sostenida adecuadamente por medio de la fotosíntesis.

La superficie de la tierra creada tenía colinas y montañas, entrelazadas con ríos y lagos. No había rocas, pantanos o desiertos. El paisaje sobrepujaba en hermosura los más 
suntuosos jardines de los palacios.3

¡Impresionante!

Lo que siguió a la formación de la Tierra desafía el 
entendimiento. Por medio de elementos como el hidrógeno, el oxígeno, el nitrógeno, el carbono, el fósforo y el sulfuro, el Creador llamó a la existencia, estructuras de una complejidad casi inimaginable. Podían absorber la energía solar o de otro tipo, podían crecer, dividirse, trasladarse y percibir el medio ambiente. Son lo que llamamos organismos vivos.

Para crear la unidad viviente más pequeña, la célula, se requiere la construcción de miles de tipos diferentes de aglomeraciones gigantes e intrincadas de átomos, para formar las macromoléculas de proteína, el ácido nucleico, los polisacáridos y los lípidos. Algunas de estas construcciones fueron usadas como elementos estructurales; otras llegaron a ser máquinas especializadas que facilitan transformaciones químicas específicas.

El fenómeno de la vida es el resultado neto de cientos o miles de transformaciones químicas dentro de las células. Un cambio químico es la reubicación de grupos específicos de átomos en nuevos grupos. En las células vivas, continuamente se producen reacciones en cadena de transformaciones químicas. Esto es lo que las diferencia de los organismos inertes. Aunque los científicos pueden producir algunas macromoléculas necesarias para la vida, no pueden comenzar o recomenzar los cientos de reacciones en cadena, separadas y continuas, que se producen en cada célula. Este fenómeno biológico es una prueba incontestable de que la vida ha sido creada y de que jamás pudo haber comenzado en forma espontánea.4 Las reacciones bioquímicas en cadena, que comenzaron en cada una de las células de cada uno de los organismos en la creación, han continuado durante cientos de generaciones hasta hoy. Los biólogos han identificado esta ley al decir que “la vida proviene de la vida”.

El Señor creó dos clases de organismos vivos. Algunas criaturas con un sistema nervioso, que les da motilidad y 
memoria, y les permite percibir el medio ambiente por medio de la vista, el sonido, el olfato, el gusto y el tacto. Además 
de los humanos, el Creador trajo a la existencia incontables 
criaturas (grandes animales, aves, peces, insectos, etc.).

La segunda categoría de criaturas creadas carecen de sistema nervioso y no son conscientes de su propia existencia. Tales organismos sirven como receptores de la energía solar, el alimento, los materiales de construcción y la “decoración” y como componentes integrales de la biósfera. Esto incluye a las plantas, las flores, los árboles y los microorganismos.

Interdependencia

Todos los organismos vivos de la tierra pertenecen a una biósfera integrada. Las relaciones entre ellos pueden ser descritas como de apoyo mutuo. Ninguna de las criaturas de la tierra fue diseñada para existir en forma independiente. Para que crezcan las plantas, necesitan captar el nitrógeno del aire ayudadas por microorganismos que viven en sus raíces y que lo fijan.

La abundante energía solar que baña la tierra es captada por las plantas y las algas. Las plantas la utilizan para fabricar carbohidratos a partir del dióxido de carbono del aire y del agua. El siguiente diagrama ilustra esta interdependencia entre los organismos.

El Jardín del Edén tenía que ser un modelo eterno para el ser humano. En lugar de ciudades, gran parte de la porción habitable de la tierra tenía que estar cubierta de jardines, donde la naturaleza hablara continuamente a los humanos de la sabiduría y el amor divino.5

En el centro del Edén había un árbol muy especial, cuyo fruto era necesario para la existencia continua del hombre. Ningún organismo fue creado inmortal (aunque los microorganismos están cerca de ello).

Los humanos participarían ocasionalmente del fruto del árbol de la vida para conservarla. 
No se explica en la Biblia de qué manera los animales, peces, aves e insectos evitarían la muerte.

Diversos experimentos con tejidos indican que las células animales y humanas sanas son capaces de dividirse solo un número determinado de veces. En el caso de las células 
humanas, el máximo número de divisiones (mitosis) se traduce a aproximadamente ciento veinte años de vida. La razón de ello es el acortamiento de los extremos de los cromosomas 
(la llamada región telomérica) después de cada mitosis.

Resulta interesante saber que tenemos una enzima llamada telomerasa que puede restaurar los telómeros a su tamaño original. Desafortunadamente, esta enzima se 
vuelve inactiva poco después del nacimiento. Solo las células de cáncer, con capacidad de dividirse ilimitadamente, 
contienen enzimas activas de telomerasa que no causa cáncer, pero permite que el aparato genético de las células afectadas se multiplique.

Los microorganismos contienen cromosomas circulares, y su división celular no resulta en ningún acortamiento del material genético. En teoría pueden dividirse una cantidad infinita de veces. Pero cuando una célula se divide en dos, su existencia llega a su fin, ya que muta en sus células hijas.

Un efecto del fruto del árbol de la vida puede haber significado la conservación de la actividad de la telomerasa por tiempo indefinido. La larga vida de los antediluvianos puede haberse debido, en gran medida, a la actividad residual de la telomerasa heredada de Adán y Eva.

Una lógica molecular similar opera en los incontables miles de clases de organismos, que presentan, sin embargo, suficientes diferencias como para preservar sus identidades individuales. Esto fluye de la naturaleza estrechamente integrada de la biosfera, según se muestra en la ilustración.

Si fuera posible catalogar el número de invenciones patentables necesarias para la creación de la biosfera, excedería en muchos órdenes de magnitud las cifras combinadas de las invenciones certificadas por todas las agencias de patentes 
del mundo.

La inventiva, el ingenio y la fina elegancia que fueron conformando el mundo viviente, están más allá de la capacidad de descripción humana. Los que lo contemplan no pueden sino taparse la boca con la mano (véase Job 40:4), porque cualquier cosa que digamos sería indigna y significaría trivializar este gran tema. En esto, el silencio es elocuencia.6

¿Es posible dudar de la bondad, el amor y la sabiduría del responsable de esta creación vasta, magnificente y “buena en gran manera”? ¡Jamás!

Nos unimos al salmista cuando expresa: “¡Cuán grandes son tus obras, Jehová! ¡Muy profundos son tus pensamientos!” 
(Sal. 92:5). “Has aumentado, Jehová, Dios mío, tus maravillas y tus pensamientos para con nosotros. No es posible contarlos 
ante ti. Aunque yo los anunciara y hablara de ellos, no 
podrían ser enumerados” (Sal. 40:5).


Fuente: Adventist World
Autor: George T. Javor, PhD en Bioquímica de al Columbia University y postdoctorado en la Rockefeller University. Enseñó en el Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina de Loma Linda hasta su jubilación en 2006. Vive en New Leipzig, Dakota del Norte, Estados Unidos.
Referencias: 1 3,6 x 1039 es la abreviación científica del 36 seguido de 38 ceros: 3.600.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000. De la misma manera, 3,6 x 1069 es el 36 seguido de 68 ceros. 2 Elena White, Patriarcas y profetas, p. 25. 3 Ibíd., p. 24. 4 G. Javor, Evidences for Creation (Hagerstown, Md.: Review and Herald, 2005). 5 Elena White, La educación, p. 21. 6 Elena White, Fundamentals of Christian Education, pp. 179, 180.
Fotografía: "El Ojo de Dios" / Helix Nebula. HubbleSite.org / NASA

+ Leer más...

Celebremos la Creación / El Sábado de la Creación, 24 de octubre del 2009

"¿Donde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?" (Job 38:4a, NASB)


¿Por qué el Sábado de la Creación?

¿Cuando fue la última vez que tu iglesia reconoció el poder de Dios como el Creador, y encontró seguridad de Sus actos de la creación durante el servicio de adoración?

Encontramos muy claramente documentado en la Biblia que Dios Se proclama nuestro Creador, Señor, y Salvador.

Así que, ¿por qué no dedicar un servicio de alabanza para enfocar en Dios como nuestro Creador y en como esa verdad nos influye en nuestra vida diaria?

A Nikolaus Satelmajer se le ocurrió una idea después de enterarse que centenares de iglesias y sinagogas celebraron la "Semana de la evolución" en los últimos tres años.
Satelmajer, editor de la revista de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Ministry, pensó, "¿Por qué no tenemos un día para celebrar la creación?"

La semana pasada, los líderes a nivel mundial de la organización firmaron por la idea, acordando aprobar el "Sábado de la Creación", un día para enfatizar a Dios como el Creador
(ANN / 14 de abril, 2009).

El Sábado, 24 de octubre del 2009, la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha sido designado como el Sábado de la Creación, porque es:

- una forma de reconocer a Dios como nuestro Creador, y las implicaciones que esta enseñanza bíblica tiene para nosotros
- y para crear un sentido de unidad mundial al promover esta creencia en una luz positiva

Porque millones reconocen y creen que Darwin es el padre de la teoría de la evolución en este año que celebra su nacimiento hace doscientos años, vamos a poner a Dios como el centro del universo en nuestras iglesias y comunidades.

En orden a ello, como creacionistas responsables, tenemos el privilegio de presentar especialmente al Creador Dios del universo:

- En nuestros tiempos de adoración
- Cuando nos comunicamos dentro de nuestras comunidades

Pues claro que cada sábado es el tiempo ideal para adorar a nuestro Dios Creador, pero vamos a adorar a Dios especialmente durante el servicio de adoración el 24 de octubre del 2009.

Estás invitado a acompañarnos en las iglesias Adventistas del Séptimo Día alrededor del mundo el sábado 24 de octubre del 2009, como el Sábado de la Creación y proclamar al mundo a Dios como nuestro Gran Creador, nuestro Señor y Salvador. Reconocemos que esta fecha no funcionará para todas las iglesias, pero igualmente infórmense y participen de esta actividad del adventismo mundial.

Ojo Adventista celebrando la Creación.

Juntos, podemos crear un sentido de unidad al promover esta verdad maravillosa y incomprensible, y así hacer el 24 de octubre del 2009 un día cuando públicamente podemos celebrar a Dios como nuestro Creador y darle gracias por darnos vida y la eternidad para continuar a alabar a Dios. Por lo tanto a partir de hoy incluiremos 6 sermones sobre Creacionismo (en el menor tiempo posible), como forma de adherirnos a excelente propuesta de la Iglesia Adventista del Séptimo Día para todo el mundo.

"El que da testimonio de estas cosas dice: 'Ciertamente vengo en breve.' Amén; sí, ven, Señor Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén."

+ Leer más...

lunes, 19 de octubre de 2009

En defensa del creacionismo, la verdad amenazada. Por Milton Peverini

Una de las verdades más fundamentales que proclama la Sagrada Escritura, establece que Dios creó el mundo y todas sus criaturas en seis días. Esta enseñanza fue colocada en el corazón mismo de la eterna ley de Dios. El cuarto mandamiento indica que "en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay". Y agrega que reposó en el séptimo día y lo estableció como en monumento que recordaría su acto creador ante los seres humanos de todas las épocas.

Según la profecía, en los últimos días de la historia se haría necesario reclamar con fuerza esta verdad. Algo iba a suceder que haría que muchos se olvidaran de honrar a Dios como Creador de todo lo que existe. Se le mostró en visión al profeta Juan que Dios enviaría sus mensajeros representados por tres ángeles poderosos, los cuales serían portadores del último mensaje de amonestación que recibiría el mundo antes que venga Cristo por segunda vez. El primero de esos ángeles simbólicos diría en alta voz lo siguiente: "Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cuelo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas" (Apocalipsis 14: 7).

En nuestros días ha llegado el momento de proclamar este mensaje con toda claridad. Los seres humanos parecen haberse olvidado de Dios. No se acepta en forma unánime el concepto de que el universo y los seres vivientes son obra de la mano del Dios omnipotente, y lo más doloroso es que aun en círculos cristianos hay muchas voces que se levantan para criticar el relato del Génesis, y tildarlo de un mito, sin base real.

¿Por qué se ha debilitado la fe de muchos en la validez de la revelación bíblica en lo que se refiere a la creación? Señalemos dos razones principales. La primera es que los hombres tienen la tendencia a enamorarse de todo lo humano. Adoran su propio intelecto, y se inclinan reverentes ante el altar de la ciencia y la tecnología. Se han atrevido a colocar los conceptos humanos por sobre la Palabra de Dios, y han llegado a considerarse tan sabios como para decidir por cuenta propia qué partes de la Sagrada Escritura son dignas de su atención y confianza, y cuáles hay que descartar. Estos individuos olvidan que en la estructura del saber humano hay, además de hechos sólidos, teorías, inferencias y conclusiones que en muchas oportunidades no se ajustan a la realidad. A menudo, el proceso de investigación científica está contaminado con las ambiciones y los motivos personales de los que participan en él.

No es prudente endiosar la sabiduría humana, ni inclinarse ante la ciencia secular, que arbitrariamente han excluido a Dios de sus pensamientos. Dice el apóstol San Pablo: "Pues, está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?" (1 Corintios 1: 19, 20).

Como cristianos no debemos conceder importancia exagerada a la ciencia humana y pensar que se la puede usar para medir la Palabra de Dios y determinar cuáles de sus enseñanzas podemos aceptar y cuáles rechazar.

La segunda razón por la cual muchos cristianos han dejado de aceptar la validez del relato de la creación que presenta el Génesis, es la manera asombrosa como se han extendido las enseñanzas de la teoría de la evolución. Esta doctrina rechaza a Dios como Creador, y mantiene que la formación del universo, del sistema solar y de nuestro mundo, se debe a la acción ciega de las fuerzas naturales sobre la materia inerte, a través de muchos millones de años. Sostiene además esta teoría, que todos los seres vivientes que se encuentran sobre este planeta, desde las bacterias y los virus hasta los peces, plantas, aves y mamíferos, descienden de una simple célula original que se formó accidentalmente en una época remota.

En nuestros días es casi imposible sustraerse al poderoso impacto que produce esta doctrina sobre casi todas las actividades humanas. En programas de televisión y radio, en museos y conferencias eruditas, en libros y revistas, en producciones de cine y textos de estudio, se citan a cada paso las enseñanzas de la evolución, sin intentar siquiera evaluarlas con juicio crítico. Lo mismo hacen la mayoría de los educadores en todos los niveles. Pocos se atreven hoy a disputar las aseveraciones evolucionistas según las cuales los seres humanos descienden del mono y de otras formas de vida cada vez más primitivas. Desde sus años más tiernos, los niños escolares escuchan a sus maestros hablar de las especulaciones evolucionistas como si fueran hechos comprobados.

¿Es tan seria y digna de confianza la teoría de la evolución? ¿Merece el lugar que ocupa hoy en el edificio científico que han construido los seres humanos para explicar el mundo y nuestro propio origen? ¿Es tan sólida, que le permitimos echar por tierra nuestra fe en Dios y en su divino acto creador por el cual en seis días de 24 horas pobló nuestro mundo de todo ser viviente, incluso el hombre? La respuesta es un "no" sin atenuantes. La teoría de la evolución no es digna de nuestra confianza. Ninguna de sus características básicas resiste en la práctica es escrutinio de la verificación experimental.

Solía decirse hace años que el evolucionismo tenía que aceptar su doctrina por fe, ya que no hay manera de comprobar por medio de experimentos si son verdad o no sus enseñanzas. Lord Kelvin, el ilustre físico inglés, decía: "Me maravilla la prisa con que muchos profesores universitarios y predicadores tratan de recalcar en sus aulas y púlpitos las doctrinas de la evolución cuando ésta no es más que una hipótesis que no ha sido comprobada" (El Centinela, septiembre de 1977).

Si para ser evolucionistas hace 80 ó 100 años era necesaria una gran dosis de credulidad, los que deseen aceptar esta doctrina en nuestros días necesitan esa dosis en cantidades mayores ya que hay numerosos descubrimientos de la ciencia que han demostrado cuán inverosímil es la idea de que la vida sea el producto de procesos naturales ciegos y sin propósito. Por ejemplo, es evidente que los biólogos de fines del siglo pasado y principios del actual, no sabían lo que decían cuando enseñaban que las células de cualquier organismo son estructuras "simples". En esos días no existía el microscopio electrónico. Si los famosos proponentes de la evolución de entonces hubieran sabido lo que saben actualmente nunca se les habría ocurrido pensar que algo tan fantásticamente complejo como una célula viva, se pudiera haber formado por causas fortuitas o accidentalmente.

En esos tiempos se pensaba que la célula era un globito minúsculo de protoplasma, con una membrana que lo encerraba y con una media docena de otras sustancias y estructuras básicas como el núcleo y los cromosomas.

Hoy, en cambio, se sabe que la célula es una fábrica inmensamente compleja y completa. Tal como fábricas e industrias humanas, tiene diversos componentes y departamentos que trabajan en forma coordinada para el bien común. A diferencia de nuestras industrias, sin embargo, la célula fabrica una infinidad de productos químicos con una eficiencia tal que ninguna empresa humana puede ni remotamente imitar. De hecho, para la fabricación de proteínas, la célula puede proveer más de 1.300 clases de aminoácidos, según las instrucciones que su sección de manufactura recibe de la "gerencia". Luego la sección despachos se encarga de empacar el producto y ponerlo en manos del sistema de transportación, el cual lo lleva al exterior para que se incorpore a la corriente sanguínea. Todo este proceso requiere energía, la cual proveen los "dínamos" de la fábrica, o mitocondrios, que en gran número (a veces hasta por miles) pueblan el interior de la célula.

Todo esto no es sino una descripción muy primitiva e incompleta de una pequeña parte del intrincadísimo funcionamiento de una célula viviente. Y recordemos que, con la poderosa ayuda del microscopio electrónico, los científicos confiesan que cada día descubren mayores misterios en la pasmosa operación y organización de estas maravillosas miniaturas que Dios creó para formar con ellas todos los seres vivientes.

Suponer que una célula, con sus millares de intrincados componentes, pudiera haberse formado por casualidad, es algo tan absurdo como creer que un libro es el producto de una explosión en una fábrica de tinta.

No perdamos de vista las realidades eternas. El mundo y sus criaturas son el producto maravillosamente ordenado de una Mente capaz de planear, de estructurar y de ejecutar lo planeado. Hay un orden asombroso, una simetría admirable en todo lo creado. El átomo con sus múltiples componentes y las moléculas, que en infinita profusión hacen posible la existencia de la materia y los procesos de la vida, testifican poderosamente acerca del Supremo Creador. Estas realidades descartan las fábulas pueriles de los que creían posible que el caso y la no existencia produjeran orden, materia y vida por pura casualidad. Multitud de descubrimientos en todas las ramas de la ciencia y la exploración espacial han convertido al evolucionismo en una teoría añeja, anticuada y pueril, un verdadero fósil moderno. El intelecto contemporáneo exige una explicación racional de la vida y el cosmos. Por eso aumenta cada día el número de hombres de ciencia, investigadores y educadores en todos los campos del saber, que reconocen públicamente a Dios como Creador de todo.


Autor: Dr. Milton Peverini, por 28 años director y orador del programa "La Voz de la Esperanza", hoy cumple sus funciones como orador emérito de este ministerio. Nacido en Uruguay y educado en Argentina, desde su juventud se dedicó por entero a la causa de Jesucristo. Sus estudios de teología, su formación como abogado y su experiencia como educador y consejero juvenil, le dieron una base firme para asumir, en 1974, su responsabilidad como director y orador del programa.

+ Leer más...